Diario de Castilla y León

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HAY muchos tipos de sequías y parece que últimamente nos toca padecer todas. Hay sequías por falta de lluvias, sequías económicas, sequías de nacimientos, sequías de liderazgos y, las peores de todas, las sequías de ideas. Además, todas ellas suelen ir invariablemente acompañadas del adjetivo pertinaz lo que las hace mucho más dañinas. La escasez de lluvias en Castilla y León y en España está dejando nuestros pantanos bajo mínimos y cada vez son más las localidades obligadas a imponer restricciones en el consumo de agua. Es evidente que el comportamiento del clima ha variado en los últimos años. Podemos llamarlo cambio climático, anomalía, emergencia climática o como queramos pero la sucesión de incendios sufridos este verano, la situación de los embalses, las consecuencias del calor en la agricultura o las tormentas desproporcionadas deberían empezar a preocuparnos de verdad. Hace años algún investigador dijo que no nos tomaríamos en serio eso del cambio climático hasta que llegase el día en que abriéramos el grifo y no saliera nada. Por desgracia ese día parece estar cada vez más cerca.

Pero la sequía por falta de lluvias no es la única que nos amenaza. Parece que nos adentramos sin remedio en una sequía económica de duración incierta a juzgar por las previsiones sobre la evolución de la confianza empresarial, el consumo, la inflación, la deuda pública, el euribor o los tipos de interés. De todos estos indicadores el euribor se ha convertido en la herramienta de traducción más didáctica para acercar la macroeconomía a los ciudadanos. Por mucho que los indicadores globales macroeconómicos puedan en ocasiones sonarnos a chino, el euríbor se encarga de traducir todos esos datos al cristiano en forma de subida de las hipotecas. Y por poco que entendamos de economía todos sabemos que si el euribor sube nos crujen a final de mes. Así de simple.. Es el último eslabón de una cadena macroeconómica cuya factura paga directamente el ciudadano.

También podríamos hablar de otra sequía protagonizada por la falta de ideas, iniciativas, medidas eficaces, perspectiva global a largo plazo y, en definitiva, de liderazgo para afrontar la actual situación. Quizás, esta sea, al margen de las catástrofes meteorológicas, la peor de las sequías a la hora de afrontar situaciones transcendentales con la necesaria estrategia y altura de miras como para aportar soluciones eficaces. El reciente Decreto sobre medidas energéticas es la demostración de una visión política cegada por el electoralismo, las medidas cosméticas, el corto plazo y la propaganda populista sin ninguna efectividad en el largo plazo. Pan para hoy…

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