Pueblos ¡pobres pueblos!
Los ecoloJETAS, jetas, jetas de poca monta que pretenden regresar al primitivismo en un todoterreno de gran cilindrada, ahora se desplazan hasta las zonas rurales para decir que son capitalinos y de paso volar en parapente. Desean cambiar las costumbres ancestrales que hicieron nuestros pueblos como son, e imponer juicios arbitrarios que borren, definitivamente, todo lo que se ha ido forjando desde tiempos remotos.
Los miembros de las ONGs subvencionadas y bien subvencionadas imponen sus criterios cuando se acercan a las zonas paradisiacas de Castilla y de León, con el propósito de perturbar sus ancestrales costumbres y aplicar lo que aprendieron en los últimos cursillos de sus asociaciones (de intereses).
Esas y esos - como diría la Montero, o cualquier “podemita” que se precie - (todos juntos e incluso muy revueltos) ansían transformar lo que no debería transformarse ¡Seres de pacotilla! Como los que se quejaron hace algunos años del sonido grave y solemne que dejaban cada noche las campanadas del reloj de la Catedral de Astorga y de otras catedrales que ya llevaban siglos divulgando las horas más nocturnas. Pero esos turistillas trasnochados consiguieron callarlas para siempre: les molestaba el bronce que rugía en las noches de invierno, pero no les hastiaba el ruido terco de los cientos de automóviles que pasan cada día por esa gran arteria de la urbe en que viven. Y lo peor de todo, es que al final salieron con la suya. Ahora ya denuncian el canto de los gallos que divulgan el nuevo amanecer. Les aturde el plácido balido de churras y merinas que pacen en los prados y en míticos barbechos de colores y también les ofusca que nuestros ganaderos pastoreen los rebaños de las cabras, que equilibran el bosque que habita en nuestros pueblos.
Me da pena que algunos politicastros que siempre convivieron en el medio rural, ofrezcan tanto pábulo a esas cosas, pero el mundo es así. Para nuestra desgracia ha sido ocupado por los “Eruditos a la Violeta” e inútiles doctores en chorradas que creen saberlo todo… hoy, por cierto, bebí agua fresca en el mismo manantial donde he bebido durante toda la vida, pero ahora colocaron un cartel que me dice que el agua no es potable… Yo sé, que quien decide nuestras cosas, no sabe de estas cosas. Son “carne de despacho”, pues nunca vislumbraron que el mundo es como un libro que hay que leer despacio y con cautela ¿Y los gatos? ¿Qué pensáis de los gatos? De los felinos libres que siguen maullando en estos pueblos ¿Quién será el capador de nuestros gatos? Ya dice Severiano el de las vacas, que hay que capar políticos primero.
Eso sí, yo sé que ya hay familias españolas que se han ennobleciendo, que se nutren con miembros más perrunos haciéndolos humanos para ir a la playa en vacaciones… “Pero los perros siempre serán perros” y han de ser lo que son: seres apasionados y muy fieles. Más leí que hace siglos le hablaba un tal Cipión a un tal Berganza, cuando eran los guardianes del Hospital de la Resurrección de Valladolid. Leed lo que pensaban.