A la vanguardia de la ciencia
EL ESTUDIO y, sobre todo, la divulgación de los avances en la comprensión de la evolución humana se han transformado de forma radical en los últimos 30 años, que son los que se cuentan desde que fue extraído de las entrañas de la Sierra de Atapuerca el primer resto fósil de lo que hoy conocemos como homo antecessor. Una especie nueva, un homínido que rompía la cadena evolutiva tal y como se conocía entonces. El impacto académico de este descubrimento científico se nos escapa a los simples mortales que asistimos a los descubrimientos que desde hace décadas enriquecen la antropología o la paleontología y otras muchas disciplinas más con los hallazgos que se extraen de las entrañas de este rincón burgalés. Pero, además de llenar los estantes de los museos y los laboratorios científicos para su análisis, Atapuerca se ha convertido en un foco de interpretación de la evolución humana de primerísimo nivel en todo el mundo. Las voces de los tres codirectores de los yacimientos de Atapuerca se escuchan en la comunidad científica como las de los profetas de la antigüedad: con reverencia. Atapuerca ha hecho escuela y ya hay varias generaciones de investigadores sumándose a las primeras filas del estudio mundial de la evolución humana. Y todos se caracterizan por su osadía, su conocimiento exhaustivo y su capacidad de abrir nuevos espacios al debate científico. Hoy, la revolución desde Atapuerca no son hallazgos de la campaña de este verano que, por otra parte, ha sido histórica, sino el planteamiento de María Martinón, directora del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana, con sede en Burgos, y José María Bermúdez de Castro, uno de los directores y fundadores del proyecto Atapuerca. Su estudio publicado en una prestigiosa revista internacional ha generado un enorme debate ya que se atreven al cuestionar el ‘africacentrismo’ que impera en la comunidad científica sobre los orígenes del hombre. Martinón y Bermúdez de Castro, según refleja este artículo cuyas conclusiones están accesibles en internet, defienden que las evidencias actuales son insucientes para creerse a pies juntillas que el continente africano fuera el hogar del ancestro común inmediato de sapiens y neanderthales. Sospechan, más bien que pudo provenir de Oriente Medio o Asia antes de que, efectivamente, el género homo naciera en África. Con cierta provocación, señalan que dado que Oriente Medio es un polvorín en el que difícilmente poder realizar excavaciones que confirmen esta hipótesis, lo menos que puede hacer la comunidad internacional es debatir esta posibilidad y confiar en que se puedan hallar restos que la confirmen. Los de Atapuerca, de nuevo dictando los pasos de la evolución humana. Uno se queda corto para resaltar la importancia de este lujo científico que tenemos en esta tierra.