Los que aplauden
SOMOS miles los castellano leoneses que nos desplazamos a Galicia durante los meses de verano, especialmente aquellos que proceden de la mitad más occidental de la Comunidad, para disfrutar de sus playas y gastronomía y tratar de encontrar descanso, si es que eso es posible en la bulliciosa región vecina. Buena parte del turismo de nuestra comunidad se desplaza por carretera por las dos rutas principales para llegar al Atlantico o las rías: por Orense o por Lugo. Lejos quedan ya aquellos años en los que atravesar el macizo gallego en coche era una aventura peligrosa que se llevaba a cabo con mucho respeto circulando entre centenares de camiones y multitud de conductores rapidillos. Con el paso de los años se pusieron en marcha las autovías y autopistas para dar salida desde Galicia a Castilla y León y Asturias, un avance que trajo al siglo XXI las conexiones con la región vecina y multiplicó el tráfico de mercancías y personas. Hoy da la impresión de que nunca más se invirtió un euro en estas carreteras. Evidentemente no es cierto porque son muchos los veranos en los que se circulaba por tramos en un sólo carril por trabajos de mantenimiento, pero estoy convencido de que esa inversión ha estado históricamente muy por debajo de lo necesario. El desmontaje del viaducto desplomado por un inadecuado mantenimiento en la autovía A-6 en la localidad berciana de Vega de Valcarce es la consecuencia de la falta de mantenimiento adecuado de una infraestructura por la que circulan a diario 10.000 vehículos con un porcentaje muy alto de tráfico pesado. Pero cualquier veraneante que viaje por esa misma A-6 hasta Galicia sabe que no se puede usar el carril derecho del tramo desde la salida de Astorga al inicio del puerto del Manzanal porque está destrozado por el paso de miles de camiones, igual que en el tramo desde Villafranca del Bierzo hasta Piedrafita. El coste de reponer el viaducto será, lógicamente, mayor que el de haberlo cuidado adecuadamente. Este descuido es una muestra más de la falta de afinidad del Ministerio de Transportes, antes Fomento, con las infraestructuras viarias de Castilla y León. Las nuevas y las ya existentes. Por eso rechinan los golpes en el pecho de cada Gobierno de turno y sus acólitos cuando se realiza el más mínimo avance, como es el caso de la aprobación definitiva del proyecto de un nuevo tramo de la autovía Burgos - Aguilar de Campoo que tendría que estar completamente en servicio de no ser porque los que hoy se congratulan paralizaron las obras hace una década. Hoy aplauden que un papel pase de una mesa a otra a la espera de que más tarde que pronto entre al terreno la primera excavadora. Igual que aplaudirán que en Vega de Valcarce ponen un nuevo viaducto, como si el anterior se hubiera caído sólo y no por haberlo olvidado.