No en el mismo saco
ABOGAR por medidas extremas de ahorro energético a las puertas de una recesión es poner el pie en un campo minado para llegar a un mundo mejor que ni siquiera sabemos si existe. Es tan sumamente arriesgado que los pasos dados por el Gobierno levantaron la polvareda de la opinión pública, la consiguiente polarización y, finalmente, la rebeldía de comunidades autónomas como Castilla y León, que sigue los pasos de Madrid. A las autonomías objetoras a la regulación legal que pretende imponer el Gobierno se han ido uniendo ciudades y partidos políticos abriendo el debate desde el rechazo pero en algunos casos con propuestas interesantes. En lo que afecta a la ciudad de Burgos, se ha hecho bandera de la sostenibilidad desde hace más de una década, antes incluso de que nacieran con su bombo y platillo los objetivos de desarrollo sostenible. Las normas que se pretenden aplicar desde el Estado no tienen en cuenta estos antecedentes y hacen tabla rasa igualando por lo bajo a ciudades implicadas en el futuro medioambiental y aquellas que han desatendido sus obligaciones. En 2011 la ciudad de Burgos fue galardonada como la mejor ciudad española 2011 en la categoría de ‘Movilidad y Cambio Climático’ en la IX edición de los Premios Ciudad Sostenible culminando un proceso iniciado en 2005 cofinanciado por la Comisión Europea. Burgos ha hecho sus deberes y puede seguir mejorando, pero como el gabinete del presidente Sánchez junta a Tirios y Troyanos en el mismo saco, debería aplicarse en el ahorro energético feroz. Esa medicina hace rechinar los dientes a muchos burgaleses conscientes del peso de la provincia cuando se habla de energía y de los sacrificios soportados. Burgos es una potencia eólica líder en España y sigue creciendo, pero, inexplicablemente se puso fin a otros medios de generación de energía. Tuvimos el único campo de extracción petrolífera de España y el gobierno lo llevó al cierre, lo mismo que la central de Garoña, amortizada y generando megavatios a bajo coste. Por no hablar de la renuncia voluntaria a extraer el gas pizarra, el shale gas que ahora importamos de EEUU después de que Argelia nos apriete la manguera. Y allí lo sacan como no se quiso aquí, con el fracking. Se conoce que el ecologismo se preocupa menos cuando las cosas pasan lo suficientemente alejadas de la opinión pública. Volviendo a los logros y deméritos de cada ciudad en favor de la reducción del consumo energético, sería prudente que el Gobierno admitiera que las comunidades autónomas y al menos las capitales de provincia pudieran remitir al Gobierno su propio plan de ahorro energético adaptado a las circunstancias locales midiendo el impacto y los esfuerzos para el ahorro energético de las medidas que se proponen actualmente. Burgos es eminentemente una ciudad industrial y de servicios, que aspira a ser un referente turístico en el norte y esas características han de ser tenidas en cuenta. Nunca es bueno generalizar, pero en esta cuestión aún menos.