Un brindis y a trabajar
TACHAMOS hoy de la lista de reclamaciones y reivindicaciones por las que rasgarse las vestiduras el tan traído y llevado tren de alta velocidad entre Burgos y Madrid pasando por Valladolid y Segovia. Si vuelve a aparecer por estas líneas será en relación a la segunda parte que aún está pendiente y que tiene que conectar la capital burgalesa con Vitoria y la red vasca de alta velocidad. Promete emociones fuertes porque ha sido un proyecto mucho más complicado de decidir, primero, y lo será de ejecutar, después. La orografía es mucho más complicada entre Burgos y la frontera con el País Vasco. Nada que ver con la planicie palentina desde Venta de Baños y el oeste burgalés en la que casi los únicos elementos complicados fueron los que atascaron el proyecto que estuvo parado nada menos que siete años para ejecutar un falso túnel. Tanto se complicó, extraña e innecesariamente, que el AVE a Galicia que cruza Zamora se terminó antes que el de Burgos aún habiendo comenzado más tarde y por un recorrido cuajado de viaductos y túneles. Miedo da pensar cuánto tiempo tardarán en llegar las vías a Pancorbo, primero, y a Miranda, después. Cuando asomen por la capital del Ebro volveremos a la polémica porque, pese a las protestas de los mirandeses, el Ministerio de empeña en hacer un baipás para que ciertas frecuencias del futuro AVE a Vitoria puedan pasar de largo por la ciudad sin parar y sólo una al día se detenga a coger o dejar pasajeros. Igual que sucede en Burgos. Cuando hoy el Rey Felipe VI ponga un pie en el andén de la estación Rosa Manzano de Burgos habremos cerrado una etapa, pero esa buena noticia no significa que no haya motivos para seguir reclamando por las infraestructuras de la provincia. No por unas nuevas. Basta con que se completen de una vez las que se empezaron hace años y aún siguen sin fecha de finalización. Hoy, cuando llegue Pedro Sánchez a Burgos en AVE, medio año más tarde de lo que prometió su ministra de Transportes, alguien debería explicarle que es un día para el mea culpa y para prometer que las obras pendientes se harán en plazo. Estamos a la espera de que de una vez por todas se concluya la autovía que une Burgos con Aguilar de Campoo y desde la villa galletera hasta Cantabria. Hoy tiene dos tramos en servicio y desconectados entre sí y es la vergüenza de dos comunidades autónomas. Exáctamente lo mismo que la autovía del Camino de Santiago que debería unir Burgos con Logroño y de la que sólo existen los tramos riojanos. Sólo Dios sabe cuándo se completará. Pero lo que no sabe ni Dios es cómo y cuando se terminarán los tramos burgaleses de la autovía del Duero, los más retrasados, los que se ejecutarán en último lugar. Brinden hoy, pero trabajen mañana.