Diario de Castilla y León

Ricardo Gª Ureta

El autobús que va al pueblo

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Con este bochorno el viento no sopla ni arrastra la polvareda que se ha levantado con el borrador del mapa de rutas de autobús interautonómicas que contempla la supresión de cerca de 350 paradas en pueblos de Castilla y León. Este mapa se extrae de un documento de trabajo que salió a la luz a principios de semana elaborado por el Ineco, un organismo dependiente del Ministerio de Transportes, el más impopular en esta Comunidad tan cargada de razones para quejarse de sus infraestructuras. Burgos es, junto con Ávila, las más afectadas por esta supresión de paradas. Son 78 pueblos que verán pasar el coche de línea sin que nadie suba o baje. La gran mayoría son pueblos muy pequeños, apenas media docena supera los mil habitantes, y seguramente el uso que hagan del coche de línea es mínimo y más en rutas largas de comunidad a comunidad. Pero cabe dudar si suprimir un nuevo servicio  no será clavar otra punta en la tapa del ataúd de nuestros pueblos. Esta semana en un curso de verano en la Ribera del Duero la responsable de Google y la exministra Ana Pastor coincidían en que la tecnología y la digitalización serán cruciales en el medio rural allí donde no haya médicos. Que es tanto como reconocer que la telemedicina acabará imponiéndose en los consultorios rurales. Esa canción ya nos suena en Castilla y León porque la cantaba mucho un dúo político que dio más serenatas que Pimpinela. Pero, el caso es que es difícil no ver lo expuestos que están nuestros pueblos a perder esas conexiones de transporte. Según el estudio del Ineco, la media de población de los pueblos con parada que plantean  en el nuevo mapa supera los 50.000 habitantes. Eso es ciencia ficción en Castilla y León donde hay capitales de provincia que no llegan a esa cifra, pero es que en el mapa actual está en casi 15.000 vecinos de media por pueblo con parada. Claramente los pueblos de Burgos, y por extensión los del resto de la Comunidad, están fuera de rango si se aplican los nuevos baremos de eficiencia en las rutas que plantea el Ineco. La solución aquí, o la trampa, según la ven algunos, está en que el Gobierno va a querer trasladar a las comunidades autónomas la responsabilidad, que por otra parte ya les compete, de mantener comunicados por autobús a los núcleos de población de sus territorios. Una suerte de descentralización forzosa que no ha gustado a las diputaciones gobernadas por el PP y que ha puesto en pie a los socialistas de Castilla y León para defender a su Gobierno estatal.  Llama la atención lo rápidamente que se ha polarizado este asunto, con los voceros y partidarios de Gobierno y oposición amplificando los argumetarios según les sea posible, desde los atriles a las redes sociales. Malo cuando la política salta a las trincheras.

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