Diario de Castilla y León

JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Que vienen los poderosos

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EN OCASIONES veo muertos. Igual que los muertos de la película sexto sentido algunos ven a los poderosos detrás de todos los problemas que nos acechan. Curiosamente esa terrorífica visión de los poderosos aparece normalmente cada cuatro años al acercarse las elecciones. Es entonces cuando su espantoso espectro aparece como una sinuosa sombra detrás de todos los problemas que los mortales gobernantes no son capaces de solucionar.

De este modo, la sutil figura de los poderosos, que ni siquiera nadie es capaz de definir con claridad, se convierte en la excusa perfecta y en el argumento recurrente de los Gobiernos mal llamados progresistas. Se trata de un fenómeno sobrenatural cuyo origen se sitúa en las más populistas dictaduras bolivarianas que acumulan poder y riqueza para librar a sus pueblos de la inagotable voracidad de los poderosos. Pero no nos engañemos. No es un fenómeno exclusivo de otros continentes. Aquí en Europa el Gobierno español, ante las próximas citas electorales, ya ha sacado a relucir en sus argumentarios  la peligrosa figura de los poderosos que, sin que nadie lo sepa, lo controlan todo. Empiezan a ser numerosas las declaraciones de distintos miembros del Gobierno, empezando por su presidente, que aluden, no sólo al infinito poder de los poderosos, sino a su decidida voluntad de acabar con el Gobierno en su incansable defensa del pueblo llano. Triste y populista argumento al que suele llegarse fruto de la desesperación cuando todos los demás están agotados.

Quizá la escandalosa cifra de deuda pública en nuestro país que supera el 117% del PIB sea también culpa de los poderosos; o quizá el nivel de déficit público de nuestra economía por encima de los 80.000 millones de euros se deba a la avaricia de los poderosos; o, incluso, es probable que la irrefrenable inflación que lastra nuestros bolsillos, la drástica reducción del consumo que eso implica, la subida del euribor o la caída en picado de nuestras previsiones de crecimiento sean también la consecuencia de la inagotable ambición de esos poderosos cuya sombra nos va acompañar sin duda hasta las próximas elecciones.

Lo que sí es seguro es que la conjunción planetaria de todas esas amenazas se llevará por delante a cualquier Gobierno que se dedique a buscar fantasmas a los que culpar de todos nuestros males, en lugar de buscar soluciones eficaces a los problemas reales de los ciudadanos. Lo de los poderosos ya no cuela.

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