Diario de Castilla y León

JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

El poder de los tontos

Creado:

Actualizado:

HAY QUE  reconocer que el colectivo de tontos en España es bastante numeroso y cada día goza de más adeptos. Pero eso no es escusa para que algunos dirigentes empresariales se permitan el lujo de insultar a la cara a sus clientes como ocurrió hace algunas semanas con el Presidente de Iberdrola. Es llamativo que ciertos personajes puedan haber llegado a esos puestos de responsabilidad oyéndoles hablar. Realmente parecen algo a fuerza de aparecer en los medios pero, como el chiste, cuando hablan la cagan. Y que conste que no es el único.

No obstante, el galán que preside Iberdrola se ha superado a si mismo llamando tontos hace algunas semanas a los usuarios del sistema del mercado eléctrico regulado. Sin duda hay muchos candidatos a incorporarse con toda justicia al colectivo de tontos de este país pero quizá los más de diez millones de consumidores usuarios del mercado eléctrico regulado sean los menos merecedores de ese honor.

El problema de fondo es que los ciudadanos no han encontrado aún, en su doble condición de consumidores y contribuyentes, mecanismos de decisión conjunta que les permitirían acabar con los abusos de las empresas energéticas, la subida injustificada de algunos precios o el cierre de oficinas bancarias entre otras cosas. Y es que a los ciudadanos nos pasa, de alguna manera, como al sector agrícola y ganadero que, por no ser capaces de organizarse de forma colectiva a la hora de negociar precios, se ven abocados a la ruina por la imposición de condiciones por los distribuidores e intermediarios

Probablemente los ciudadanos no somos conscientes del poder que supondría ser capaces de organizarnos colectivamente como consumidores a la hora de, por ejemplo, darnos de baja de Iberdrola al día siguiente de las declaraciones de su Presidente lo que forzaría su dimisión en menos de 48 horas. Es sólo un ejemplo extensible a los bancos que cierran sucursales en los pueblos, a las gasolineras que abusan de la inflación o las grandes cadenas de distribución que arruinan a los productores. Y no olvidemos que, además de consumidores, somos contribuyentes. Es decir los que pagamos la nómina de todos nuestros representantes públicos y cargos políticos por lo que, si fuéramos capaces de organizarnos mejor de forma colectiva, nuestros gobernantes se convertirían en asalariados de la ciudadanía en sentido estricto. De este modo la política dejaría de ser el único ámbito en el que quién paga, en vez de mandar, obedece. Los asalariados toman las decisiones y los que les pagan el sueldo las asumen. Visto así, no es extraño que nos llamen tontos.

tracking