La paz social
LA PAZ SOCIAL no debe conseguirse a golpe de billetera. Hay palabras que por su uso excesivo e inadecuado acaban por desvirtuarse en su significado. Algo así pasa con el término “diálogo” que usamos indiscriminadamente por sus connotaciones positivas especialmente en el ámbito político. El diálogo se ha convertido en si mismo en un objetivo en vez de tratarse como un medio o como una herramienta para llegar a un resultado. Todo lo que suena a diálogo parece que suena bien y se utiliza para la mesa del diálogo con los independentistas, para el diálogo internacional o para el diálogo social que ha dado tanto que hablar en estos días en Catilla y León.
El diálogo social ha sido durante años un espacio fundamental para profundizar en la paz social y en una fluida relación entre empresarios, gobierno y trabajadores. Probablemente sea buen momento ahora para hacer balance de los logros y resultados obtenidos a partir de esas relaciones bien engrasadas con recursos públicos.
Es cierto que se han dedicado ingentes cantidades económicas a mantener y facilitar el diálogo social lo que nos ha llevado a idealizar este concepto como clave de nuestro desarrollo socio-económico. En lugar de dedicarnos a sacralizar o desprestigiar el diálogo social por motivos económicos o políticos deberíamos realizar un análisis económico pormenorizado sobre el destino de los fondos atribuidos en estos años a los agentes sociales, sobre la eficacia en su ejecución y sobre cómo se han traducido esas inversiones efectivamente en beneficios concretos y palpables para empresarios y trabajadores
No se trata tanto del coste económico de ese diálogo social en forma de subvenciones, sino del análisis sobre si los resultados conseguidos a través de ese esfuerzo económico son los deseados. Un análisis que debería determinar la evolución del diálogo social en nuestra región y el mantenimiento de los fondos públicos por encima de cualquier otra consideración ideológica La realidad es que la noticia del recorte económico a patronal y sindicatos ha revolucionado el panorama político y económico en Castilla y León por la percepción generalizada de la importancia del diálogo social. No obstante, fuera del ámbito político no parece que el diálogo social suponga una de las principales preocupaciones de la sociedad por lo que quizá deberíamos analizar también el nivel de representatividad de patronal y sindicatos y si realmente la mayoría de los trabajadores, autónomos, profesionales y empresarios se sienten representados por ellos.