El vergonzante sainete de las Cortes que no cesa
MÁS ALEJADOS de la realidad social de Castilla y León y de las preocupaciones de los ciudadanos no se puede vivir de lo que lo hacen la inmensa mayoría de los 81 inquilinos eventuales de la Cortes, también llamados procuradores.
La actividad en las Cortes es un sainete semanal, cuando no diario. Un ejemplo más es la vergonzante escena ocurrida en una comisión celebrada el miércoles, en la que una parlamentaria del PP, Mari Ángeles Prieto, procuradora por la provincia de Ávila, suelta sin reparos, y así ha quedado registrado en el vídeo, que no se conoce el reglamento. El reglamento es la norma que rige el trabajo de los procuradores y toda la actividad parlamentaria. El reglamento es a un procurador lo que el código de la circulación a un conductor. Pues la susodicha procuradora, sin inmutarse lo más mínimo, pregunta si puede intervenir «porque no me conozco el Reglamento».
Imagínense un futbolista que le pregunta al árbitro si puede despejar con la mano, no siendo portero, porque no se conoce las reglas del juego. La escena tiene su broche visual y sonoro con el desconcierto de la propia presidenta de la comisión, la procuradora de VOX, Susana Villagrá, que no sabe qué hacer. Entonces tiene que intervenir uno de los letrados, que están para dar fe y apoyo a controversias, para explicarles el reglamento que no se han ni mirado. Y eso pese a que por esa sesión, que duró menos de una hora, las susodichas se embolsan 220 euros limpios de polvo y paja. Este es el nivel. Esta es la vergüenza de las Cortes de Castilla yLeón. Muchos van a cobrar y no se preocupan ni de conocer sus obligaciones. Este el nivel parlamentario. Yla responsabilidad no es individual, es de los partidos, que consienten que personajes que han jurado su cargo como procurador se permitan el lujo de decir en una comisión, tres meses después de constituirse las Cortes, que no conocen ni la normativa básica que rige su trabajo.
Es hora de que los partidos y sus responsables pongan orden y concierto para poner fin a tanto jeta y desahogado como habita en la política. A la política, como a cualquier otro oficio de la vida, se va a trabajar. Pero más a la política, que es voluntaria y se presupone que se ejerce para servir a los ciudadanos, no para servirse y cobrar de las instituciones. Este indecoro tiene que acabar de una vez por todas. Porque las Cortes son la sede de la soberanía popular y no pueden vivir tan alejadas del pueblo al que sirven.