Diario de Castilla y León

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CUATRO AÑOS de pesadilla. Pero ahí sigue Sánchez ajeno a toda realidad con discursos triunfalistas. Dicen que pedirá en breve la ilegalización de Vox, amparado en el derecho de su «propia persona», que denunciaba Kafka, y que es la condición «que poseen los tiranos». Qué altaneros son los globos. Hasta que alguien los pincha y explotan. Presumir de país ejemplar gracias a sus logros -economía por los suelos, justicia domeñada, enseñanza sectaria, las instituciones invadidas, y el paro falseado- es como para comprarse una fábrica de alfileres.

Él niega las evidencias. Como ve que se hunde, se agarra a cualquier flotador como el de la OTAN. Sus terminales mediáticas lo anuncian como el salvador de Europa, cuando no es más que el chico de los recados en esa reunión del 29. Pero es igual, pues le sirve como flotador. Cuando analistas neutrales estudien estos años de sanchismo, se quedarán pasmados por las cuotas de ineficacia, sectarismo, hipocresía, y destrucción de los aparatos del estado. Su referencia será la del caballo de Atila.

Ahora está molesto porque sus compañeros de fechorías en el Gobierno Frankenstein quieren pincharle el flotador. No le falta razón: con lo que les he dado, ahora me saltan con éstas. Pero hay elecciones en Andalucía muy significativas, pues marcarán el tiempo que le queda a este destructor en la Moncloa, como también a las diversas partes de Frankenstein que van en caída libre hasta el descerraje total.

De las elecciones andaluzas hablaremos el próximo lunes. Pero ya ha empezado la compra de votos ofreciendo compensaciones aquí y allá. Antes drogaban a los andaluces con los ERES cúralo todo. Reconozco que en España ser socialista honrado, sin venda en los ojos, y sin flotador, es muy duro. Y serlo en Andalucía, todo un dramón. Habrá quien les vote, pero con la fe del optimista progre que mete una zapatilla en la jaula por si un día llega a cantar con calimocho.

Volviendo al flotador de la OTAN. El espectáculo que nos queda por ver estos días de coronación televisiva, será de traca. Le pondrán cámaras a ras de suelo para engrandecer su figura, como hacía Orson Welles en Ciudadano Kane. ¿Cómo terminó la película? En un embargo total por liquidación y derribo de un falso imperio. Aquí no importa Ucrania ni la difícil situación de la OTAN, sino la grandeza del ciudadano Kane Sánchez que, ungido por los dioses, salva a la civilización Occidental agarrado a un flotador. Lo nunca visto.

¿Y mientras? Cansa, harta, y avergüenza repetirlo tanto. Pero hay que hacerlo, pues esto ocurre mientras tanto: una situación económica desastrosa que nos lanza a la pelea diaria en el mercado, unas instituciones mil veces desprestigiadas y pisoteadas, o una Fiscal General del Estado haciendo alarde de su sectarismo político e ideológico. Pero lo más terrible de todo -a lo que no se da importancia porque los problemas se acumulan-, que puede originar en España una descompensación ideológica insuperable, es el desprestigio absoluto de la izquierda que representa el PSOE.

Nadie cree ya en la posible regeneración del que fuera un gran partido. Sólo es una secta que reparte sueldos por aplaudir sin mirar, sin ver, sin entender a su guía desnudo, y fingiendo que va vestido con unos atributos que ni la derecha malvada logra entender y cuestionar. Es una tragedia para el PSOE en sí. Pero también lo es para todo el país, pues tenemos un líder que, en vez de ser el mejor, es con creces el peor. Y lo es porque representa en este momento, y en todos los terrenos y sentidos, esa carga negativa del lastre que, para subsistir, ejecuta «el mal por necesidad», que escribía Baudelaire.

A los hechos me remito. ¿Qué era Andalucía hasta hace pocos años? El más importante vivero de votos socialistas. De ahí salía la ilusión de un partido y de una generación que hizo muy importantes servicios a nuestro país. Hoy en día hablar del partido Socialista en Andalucía es hablar de la papelera del rencor, de señoritingos manipuladores de votos, de mariscadas triunfales, de correrías en casas de citas, de latrocinio a trote y moche, y de un sinfín de tropelías que nos llevan a los ERES del pleistoceno.

Bueno, pues sabiendo esto, el Imperator sigue abrazado al flotador y dando patadas a quien se acerque con un alfiler, incluso a sus compañeros del alma de Podemos. Sospecho que, si estuviéramos en la Grecia o la Roma antigua, los augures leerían su futuro sacrificando animales para ver el color de sus vísceras. Da igual que repita como un loro lo rositas que se las ven. Lo negro es negro, aunque la propaganda oficial y el PSOE insistan en lo contrario.

El César tiene necrosis. Él niega y niega lo evidente como San Pedro. Pero dará igual. El gallo de Andalucía cantará la Traviata, y no las escenas triunfales y las fiestas del principio, sino las de la agonía del final. La paciencia del Señor tiene un límite. Se han acostumbrado tanto a la mentira, que ellos mismos no se dan cuenta de que eso que están diciendo con tanto ringorrango ya no puede colar. Es imposible. Somos tontos, pero no tanto.

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