Malinche
ME SENTÉ delante del televisor. Eran las nueve y media de la noche del sábado. Aunque no tenía grandes expectativas, la curiosidad por ver la actuación de nuestro país en el festival de Eurovisión me comía las entrañas. La polémica que había generado la victoria de Chanel en el Benidorm Fest hizo que tuviera ganas de comprobar por mí mismo la cantidad de barbaridades que se dijeron al respecto.
Unos días antes, Pablo Motos entrevistó a Nacho Cano en El Hormiguero. El avezado periodista le preguntó por la cantante que iba a representar a España en el concurso televisivo. El hermano de José María Cano se vino arriba y dijo que Chanel, a la que él había descubierto, es una máquina. De las tres disciplinas que componen la interpretación, la canción en sí, el baile y la actuación, lo que mejor hace es el acting.
Así fue. Chanel desarrolló una interpretación maravillosa. Ni un solo fallo. Lo clavó. La escenografía, la vestimenta, la coreografía, la parsimonia y, a la vez, la rapidez y gracilidad de sus movimientos, hicieron que los espectadores de toda Europa se entusiasmaran. Y los resultados llegaron. Tercera posición, después de Ucrania y de Reino Unido. Llevábamos muchos años fuera del top ten de este concurso internacional y SloMo nos ha vuelto a poner en el candelero gracias a esta cantante nacida en Cuba en 1991 y que vive en España desde los tres años. Bienvenida sea. Su trabajo y su tesón han hecho maravillas. El mítico atleta Jesse Owens al ganar cuatro medallas de oro en las Olimpíadas de Berlín dijo que para hacer realidad tus sueños hace falta mucha autodisciplina y esfuerzo.
Malinche es el musical que Nacho Cano está preparando para deleite de los aficionados de este arte. A partir de septiembre podremos verlo en el complejo Ifema de Madrid. Mestizaje en estado puro. Mezcla de razas, talento, profesionalidad y saber hacer. La protagonista es Chanel. Éxito asegurado. Se trata de un proyecto que lleva diez años de preparación y que quiere convertir a nuestra capital en el nuevo Broadway europeo. Bailarines de todas las procedencias y culturas se darán cita para captar y agasajar al espectador, deseoso de recuperar el tiempo perdido durante la pandemia.
No todo es política. Casi todo es política. Disfrutemos de las pequeñas cosas buenas, ocio y divertimento, que la vida nos ofrece de vez en cuando.