Costumbre de engañar
«QUE EL QUE TIENE costumbre y gusto de engañar a otro no se debe quejar cuando es engañado». Lo dijo Peralta –protagonista de la Novela del casamiento engañoso de Cervantes– traduciendo dos versos de Petrarca. Razón por la que el engaño y sus astucias han sido declarados ritos de los embusteros que PRESUMEN de honrados, aunque huelan como los mismos querubines por haber sido empapados con agua de ángeles y azahar.
Don Miguel de Cervantes, a través de los personajes, humanos y no humanos, distingue las cualidades inusitadas que la literatura ofrece, pues somos ciudadanos del siglo XXI y deberíamos entender al Pedro Sánchez, lenguaraz en extremo. Presidente que engaña y es engañado muy a menudo por sus cómplices de gobierno, cuando le obligan a decidir en solitario. Así evitan seguir ofreciendo el apoyo incondicional prometido al comienzo de la legislatura para que no tenga más remedio que gobernarnos a base de decretos. No hubo jamás un gobierno que se llamase democrático y gobernara de un modo tan poco democrático y que ensayara a conferirse poderes absolutos, evitando el Parlamento que entre todos habíamos elegido, para debatir y decidir asuntos importantes que ahora nos traen de coronilla: léase, asunto de Marruecos, por poner un ejemplo insignificante.
El gobierno fue abandonado por sus socios de ERC, Bildu, PNV y Podemos. Tuvo que recurrir a las fuerzas opositoras para seguir ‘gobernando’ y, de paso, suprimir algunos derechos fundamentales, a través de leyes ordinarias y de muy poca monta. Leyes que habrán de ser limitadas - eso espero - a través de las enmiendas posteriores; para impedir que el susodicho gobernante sea capaz de otorgarse a sí mismo poderes desmesurados y exagerados que no caben en la Europa Comunitaria. El presidente anda despistado. Cree, y seguramente desea, que su poder omnipotente llegue, incluso, a expropiar y confiscar, como ya hizo Chávez en Venezuela ¿Recuerdan sus palabras, patéticas, vociferantes y avasalladoras? «Exprópiese este edificio y ese y el otro de más allá…» Así acabó con las inversiones, o sea, con todo lo habido y por haber. Llegó la crisis absoluta y el absolutismo absoluto, porque a ellos ¡Pobres venezolanos! ya no les queda nada.
A través del ministro Ábalos fuimos engañados los leoneses cuando ofreció «24 PUNTOS o compromisos» que de haberse cumplido, hubieran sido esenciales para el desarrollo de la provincia de León. Así lo consiguió, mintiéndonos a todos, engañando a la UPL que firmó un pacto para el gobierno de la Diputación ¿Qué se ha cumplido? Nada, nada, nada.