Winter is coming
A LA HORA de redactar el acuerdo entre España, Portugal y el ejecutivo comunitario para topar los precios del gas en España marcando una cifra de referencia que nivele el encarecimiento de la factura de la luz, se les tenía que haber ocurrido ponerle también un tope al coste de la bombona de butano. Esa fiel compañera de quienes viven en una vivienda modesta, quizá en el casco histórico de alguna de nuestras ciudades o de quienes han residido en su juventud en algún piso de estudiantes.
También útiles en la casa del pueblo o el apartamento de la playa. Las bombonas de butano o de propano han traído el calor a nuestros hogares desde hace décadas y aún hoy siguen prestando servicio en miles de lugares, especialmente en nuestro medio rural.
Yo mismo tomo café a primera hora de la mañana en un local que se calienta con el reconfortante calor de una estufa de butano y durante bastantes años un fornido butanero me subía dos botellas de propano a un cuarto sin ascensor en un sólo viaje. Menudas espaldas. Tantas como las que tendrán que echar sus clientes para aguantar que el precio de la bombona de butano haya subido desde ayer a 19,55 euros. Lo nunca visto. Recuerdo que yo dejaba en la puerta los cascos vacíos con un billete de 20 euros debajo, me subían mis dos bombonas y dejaban las vueltas también bajo una de ellas. No me extraña tanto que se haya duplicado el precio como que no se establezca ningún tipo de bono social para garantizar que nuestros mayores que residen en viviendas sin calefacción, sea en la ciudad o en el pueblo, no se tengan que gastar media pensión en pagar las bombonas de butano.
Con estos precios volveremos a ver a los abuelos cortando leña a sus años para la cocina económica, volviendo el calendario muchas décadas atrás. El gobierno de la gente, dejando gente atrás. La capilaridad de la red de atención social que despliegan en Castilla y León las administraciones autonómica, provinciales y locales, que se queda corta ante las necesidades de asistencia que se van acumulando, debería ser capaz de detectar las situaciones de emergencia económica en las que la dificultad para costear la calefacción es un problema para las familias.
Urge detectar esa brecha social y crear un debate público para idear una solución antes de que se nos eche encima el invierno. Vivir con calor en el hogar y despreocuparse de la factura sabiendo que entra dentro de lo razonable se está convirtiendo en un lujo solo al alcance de los salarios más altos. Lo mismo que planchar o poner la lavadora a cualquier hora del día. Cada vez resulta más dificil y caro sobrevivir a la pérdida de poder adquisitivo que sufrimos las familias y cada día alguien trata de silenciarlo. Winter is coming.