«Váyase a la mierda»
LA FRASE del titular fue protagonista de un vídeo que no se hizo ‘viral’ porque en 1998 no había redes sociales para conseguir esa viralidad, pero sí lo difundió RTVE y fue muy famoso, con Fernando Fernán Gómez como un protagonista muy mal educado mandando a la mierda a un pobre admirador que le había pedido que le firmara el libro que precisamente estaba promocionando el actor. Esta semana se han pronunciado exactamente igual esas palabras en el pleno de la Diputación de Soria. Las dijo el diputado Saturnino de Gregorio, de Ciudadanos, e iban dirigidas a la socialista Esther Pérez. Fue un acaloramiento en un asunto delicado, el de la violencia de género, y lo positivo es que el diputado retiró con celeridad esa frase y se disculpó. Sin embargo, el asunto es reseñable porque ejemplifica alguno de los peligros de lo que parece una nueva etapa política en Castilla y León marcada por la irrupción de Vox en las instituciones. Se debatía en el pleno de la Diputación de Soria una moción socialista que pedía adherirse al manifiesto del Consejo Municipal de las Mujeres de la capital soriana en el que, entre otras cosas, se señalan las «consecuencias nefastas» que el pacto entre PP y Vox puede traer a las mujeres, convertidas «en la diana de políticas ultraderechistas que atentan contra los derechos humanos». El caso es que De Gregorio, un hombre concienciado en la necesidad de combatir la violencia machista, aprobó en el Ayuntamiento de Soria la moción que rechazaba en la Diputación, aduciendo en su cambio de postura una cuestión técnica, que el Consejo de las Mujeres era de la capital y no de la provincia. Puede haber otra interpretación, que el representante de Cs se sienta más libre en el Ayuntamiento, donde su voto cuenta poco, que en la Diputación, donde es fundamental para mantener la mayoría del tripartito, el que forma su partido con PP y la Plataforma del Pueblo Soriano (PPSO). Si el diputado se calentó hasta el punto de mandar a la mierda a la portavoz socialista es porque estaba incómodo, porque es verdad que le repugna la violencia de género y la combate como puede desde su cargo, pero los equilibrios políticos, evitar el titular de una derrota del gobierno en una votación y cuestiones similares pueden traer complicaciones, incluso a alguien como Saturnino de Gregorio que quiere llamar a las cosas por su nombre y habla de violencia de género o machista y no de violencia intrafamiliar, como recalcó en el pleno del «váyase a la mierda».