El ejemplo institucional y político de la ministra Alegría
En política, como en casi todos los órdenes de la vida no sólo hay que saber ser, es fundamental saber estar. La ministra de Educación, Pilar Alegría, dio una lección de ambas cosas en el hemiciclo de cúpula nacarada de las Cortes de Castilla y León. Con elegancia, sutileza y cortesía institucional respondió a quienes aspiran a demoler el tan próspero modelo autonómico que ha construido parte del progreso social y del Estado de Bienestar de este país. Se puede decir más alto, pero no es necesario. Lo necesario era decirlo claro como ayer lo hizo la representante del gobierno central en la toma de posesión del Alfonso Fernández Mañueco, que ayer inició su andadura junto a unos socios que repudian el modelo autonómico y como prueba de consistencia en las convicciones se han apuntado tres consejerías, un vicepresidencia y la presidencia de las Cortes en el reparto de la tarta que ha servido para alumbrar el segundo gobierno en coalición que esperemos pueda disfrutar y no tenga que soportar la ciudadanía de esta tierra. El autonomismo útil, en definición sencilla de la ministra es el que ha permitido la descentralización, acercar los servicios a los ciudadanos, hacerlos con ello más eficientes. El autonomismo útil es el que aboga por la unidad de todos. Sólo los secesionistas o quienes no creen en la unidad de España llevan años intentado torpedear un modelo surgido de la ejemplar Transición que nos ha permitido llegar hasta aquí con un modelo de Estado de Bienestar que hubieran soñado nuestros abuelos, que con tanto esfuerzo, sacrificio y privación de libertades ayudaron a poner las bases de la España moderna de las autonomías.
Castilla y León es un ejemplo excelente de que el modelo funciona si se gestiona con prudencia, sensatez, austeridad y acierto. La mejor Educación, la Sanidad más acertada y cercana pese a la dispersión, la extensión, la atomización y el envejecimiento social. Los servicios sociales más aplaudidos por los profesionales. Esos son las señas reales del autonomismo útil, descentralizado y de unidad a las que ayer se refirió en su acertada intervención la enviada de Sánchez para dar el pistoletazo de salida al gobierno del PP y VOX. Supo ser y supo estar. No estaría de más que muchos, a izquierda y derecha, e incluso en el supuesto e inexistente centro, tomaran nota y se bajaran de la algarada rutinaria.
La lealtad y la convivencia en beneficio de los ciudadanos son principios que Alegría también enarboló como deseos de la nueva etapa del gobierno que comenzará mañana, ya con los consejeros en sus cargos de forma oficial. Es el tiempo de la gestión, de las decisiones, del acierto y de la acción política. Se acabó el tiempo de las arengas. Los ciudadanos exigen soluciones contra los riesgos reales que amenazan sus hogares, sus proyectos de vida, sus horizontes laborales y su Estado de Bienestar, ese que nos hemos dado para protegernos a todos. Los ciudadanos no viven de quimeras ni de ficticios dragones de siete cabezas. La batalla es contra la crisis y la inflación. El resto son mamarrachadas de políticos hueros.