De procesiones y penitentes
MIENTRAS Alfonso Fernández Mañueco procesiona hacia la proclamación como presidente y toma posesión de su cargo, los aspirantes a ocupar una consejería pasan las vísperas con nervios e impaciencia y la oposición recorre su particular vía crucis pataleando la rabieta y tirándose de los pelos. Esperemos que la vida política resucite y vuelva a la cordura de aceptar que quienes ganan las elecciones están facultados a gobernar por los votantes, que son los que mandan. Pero la verdadera atención del público no está puesta en los autos sacramentales que se celebran en el mausoleo de las Cortes de Castilla y León sino en la amplísima y variadísima Semana Santa que puebla de procesiones y actos religiosos solemnes esta Comunidad. El turismo ha vuelto, en resumidas cuentas. Incluidos los visitantes extranjeros. He de reconocer que me hizo ilusión el sábado pasado escuchar a unos turistas alemanes en el Campo Volantín de Bilbao explicar por teléfono a su interlocutor que al día siguiente estarían visitando Burgos. No todo está perdido, pensaba yo, acordándome de la penosa política de atracción de visitantes que lleva a cabo la ciudad de Burgos, que ha pasado de errática a vacía de contenido y plagada de errores. Que Burgos pueda beneficiarse de la cercanía a Bilbao, que es un potentísimo foco de gravedad para el turismo extranjero, sería una fabulosa tabla de salvación hasta que la ciudad encuentre el norte que ha perdido y profesionalice su trabajo de promoción. Hasta ahora se ha venido agarrando a la actividad de la Diputación con Burgos Alimenta o Burgos Origen y Destino, como esos peces que se adosan a las ballenas para dejar de remar y alimentarse de sobras.Entretanto, Zamora, Valladolid, León o Soria se llenan de turistas buscando el alivio de las escapadas de fin de semana tras dos años acongojados por el coronavirus. También en la capital burgalesa cuya Semana Santa es de interés turístico nacional y de verdad interesa a los visitantes aunque su ayuntamiento no crea necesario promocionarla. Pero no malinterpretemos el hecho de que las calles estén llenas de turistas porque no es mérito propio. Cuando la marea sube todos los barcos se ponen a flote, por malo que sea el capitán. Y hablando de capitanes hay que aplaudir que el alcalde despierte de su indolencia y le ponga deberes a la sociedad de promoción de Burgos que ha sido incapaz incluso de adjudicar el que describen como el mejor local de hostelería de la ciudad en el mismísimo Forum Evolución, donde hoy los congresistas no pueden tomarse un triste café. Ya está bien de tanta penitencia.