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JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Salvados por las Cortes

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Por fin tenemos Parlamento autonómico operativo Estamos salvados. Ya podemos estar tranquilos porque nuestros problemas podrán ser resueltos ágilmente con la eficacia que caracteriza las sesiones parlamentarias. Por fin nuestras preocupaciones se desvanecerán entre los brillantes discursos de nuestros representantes En un momento en el que hay encuestas para todo debería hacerse una para preguntar a la gente en qué ha notado en su día a día y en su vida la falta de Cortes regionales durante tanto tiempo. ¿Realmente la gente ha echado de menos el funcionamiento del Parlamento autonómico en su vida diaria? Habría que preguntarse en qué nos ha perjudicado exactamente la falta de Cortes regionales o qué soluciones nos hubieran aportado frente a la subida de precios, la huelga de transporte o los efectos de la guerra de Ucrania. ¿Realmente se ha notado en algo? ¿Realmente nuestra situación es peor que la de otras regiones con Parlamentos funcionando? O lo que es peor como conclusión a estas cuestiones: ¿Realmente para qué valen las Cortes autonómicas? Y, sobre todo ¿para qué vale el pastizal que nos gastamos todos los contribuyentes en sueldazos, dedicaciones exclusivas, asesores, gastos de representación, comisiones, portavocías, viceportavocías…?

En realidad, y por desgracia, la utilidad práctica de los parlamentos autonómicos es nula. Su única utilidad es estrictamente teórica y dogmática desde el punto de vista de la legitimidad democrática. Pero quizá sea el momento de revisar esa fundamentación de la soberanía popular basada en un órgano absolutamente inútil y carísimo. El sistema parlamentario debe evolucionar hacia fórmulas democráticas de control de la acción política del Gobierno basadas en órganos de fiscalización eficaces, objetivos, cualificados y profesionales capaces de compatibilizar el principio de representación con la eficacia, sin ningún menoscabo de los principios democráticos básicos e irrenunciables en nuestro Estado de Derecho.

Por desgracia nuestras Cortes se han convertido en un teatrillo mediático que ya no se cree nadie ni interesa a nadie que no sean los propios políticos, sus familias, sus asesores y sus jefes de prensa. Esta larga temporada sin parlamento autonómico deberían hacernos reflexionar. Debemos superar esa idea de que sin Cortes no hay democracia. La democracia es la mayor y mejor garantía de nuestro sistema de libertades civiles y debe ser preservada por encima de todo. Pero eso no significa que debamos resignarnos a un sistema político de hace más de tres siglos que ya no es capaz de responder a las actuales necesidades, preocupaciones, problemas y circunstancias de la sociedad de hoy en día.