No hay enemigo pequeño
ESO PUDIERON pensar los rusos después de comprobar que los ucranianos han sabido defenderse con uñas y dientes en esa guerra cruenta y carente de sentido que exasperó al ejército atacante. Es el peor modo de seguir humillando a individuos muertos y maniatados que, en algunos casos, iban en bicicleta por calles devastadas. Hay rusos que, armados hasta los dientes, violaron a mujeres ucranianas ¡menuda valentía! Que mataron a niños inocentes y siempre desamparados por ser niños. Me gustaría haber visto el semblante de Putin ante la valerosa y efectiva defensa que durante los primeros días de conflicto truncó todos sus planes. Supongo que pondría un gesto parecido al que el gigante Goliat ofreció en el mismo instante de recibir la pedrada certera, procedente de la honda de un David menudo y vivaracho.
¡No hay enemigo pequeño! y si no se lo creen pregúntenselo a los españoles que elegimos ingenuamente, en las urnas, a los nuevos políticos que, sin oficio ni beneficio anterior y conocido, no han hecho más que subir los impuestos y arruinar la economía del país que imaginan que gobiernan. Que se lo pregunten a los auspiciadores del ecologismo europeo que prohibieron el consumo de los recursos naturales que Europa producía, para hacernos dependientes del gas ruso y del de Argelia… Que se lo pregunten a esos jugadores de ajedrez que cita Fernando Arrabal en la novela que titula La torre herida por el rayo y que pone énfasis en el mal perder de los que se creen imbatibles e invencibles y reaccionan con violencia. Como le ocurrió a aquel personaje que se llamaba Nimzovitch -tal vez primo de Putin- que tras el mate de que fue víctima, meó sobre el tablero. Mear fuera del tiesto es frecuente entre la ‘gente-gentuza’ sazonada con la zozobra de la petulancia y la soberbia. Los españoles hemos aguantado el eclipse de nuestra economía, porque los iluminados gobernantes españoles y europeos decidieron que salvar el planeta Tierra dependía exclusivamente de la Europa Comunitaria y lo único que consiguieron fue que al fin llegase el momento en que ya no podíamos pagar el recibo de la luz, del gas y de los combustibles que necesitamos para que los vehículos avancen.
Pero el planeta Tierra ha seguido llenándose de humo, de más humo, del humo procedente de las bombas, de los misiles, de los edificios en llamas, de los incendios en las refinerías y todo ello, subvencionado con el dinero que los gilipollas de los europeos ingresamos a los rusos cuando nos venden el gas… Los actuales políticos europeos han contribuido a que en la atmosfera dañada se incremente el efecto invernadero. Pero los que vivimos en Castilla y en León, hemos tenido que cerrar a la fuerza muchas centrales productoras de energía, porque contaminaban demasiado. Que te compre quien te entienda.