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A LA VUELTA del Congreso sevillano del PP se ha ido extendiendo, una vez que se han ido enfriando los vítores de apoyo, ilusión y entusiasmo incondicional con el  nuevo Presidente nacional, una cierta sensación agridulce en la delegación de Castilla y León. Aunque nadie lo reconozca en público, muchos son los que sienten poca presencia de Castilla y León en este nuevo PP Nacional. A la dulce satisfacción de contar con un líder nacional fuerte, experto y solvente se ha sumado la agria impresión de que el PP de Castilla y León se ha quedado en una segunda línea, fuera del eje de poder Andalucía-Galicia.

Una impresión que veremos si se consolida con el tiempo pero que dejaría al margen a una pieza territorial fundamental del PP en España. El PP de Castilla y León siempre ha sido, no sólo un “granero” fundamental de votos, sino una referencia de seriedad, buena gestión y moderación. Esperemos que la moderación no se haya confundido con mediocridad. Son cosas diferentes pero la línea que las separa es muy delgada y desde la moderación se puede caer fácilmente en la mediocridad. Una cosa es ser moderado y otra muy diferente es no defender con firmeza tus ideas y tus principios. Se puede ser moderado desde la firmeza y decisión sin caer en la mediocridad o en la indolencia.

La moderación es una de las señas de identidad del PP de Castilla y León y debe ser un valor fundamental en el nuevo PP Nacional. Pero la moderación no debe identificarse con discursos planos pensados para que nadie se ofenda; la moderación no puede vincularse con no querer saber nada de los problemas para no desgastarse; ni con evitar tomar decisiones difíciles por cobardía o con  modular los mensajes según quienes sean los destinatarios para tratar de caer bien a todo el mundo. Es una cuestión no tanto ideológica sino más de actitud política Una actitud que pasa por hablar claro, por afrontar los problemas, por decir lo que piensas sin miedo a los titulares, por no estar encorsetado por lo políticamente correcto, por mojarse, por abrir y ventilar las sedes provinciales sin miedo a que puedan entrar personas brillantes, por llamarle al pan pan, por no querer gustar a todos… 

En definitiva, una actitud que pasa por todas esas cosas que han hecho crecer tanto a otros partidos y que el PP de Castilla y León debe hacer compatibles con una moderación bien entendida que le sitúe en la primera línea política como referencia fundamental del PP en toda España.