Diario de Castilla y León

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LO QUE NO puede ser, no puede ser, y además es imposible. Hasta el último momento de ayer por la mañana, qué nervios, qué suspense en la constitución de las Cortes de Castilla y León. Los procuradores procurando que la procura, o sea el negocio, no descarrilara en mala ventura. Y los votantes con su rebote: a ver qué hacen estos pavos de «estómago villano», que decía la Pícara Justina. Ella lo sabía de buena tinta, pues tuvo la señora un sonoro revolcón con un procurador de los de antes. Y bueno, más de un repaso sí que le hizo al buen diligenciero.

Contra el estrés constitutivo en Cortes, nada hay como los últimos cinco minutos. En ellos puede florecer el amor como en la canción de Amada, o puede llegarte la muerte súbita como al adivino de Valderas que se ahogó, el pobre, en una carrera. Traumáticos cinco minutos. Vox lo tenía claro: ni más ni menos que otros, y no te salgas de la comparación porque sería una ofensa con el cesto abierto. El PP, por boca de Feijoooo –y ponga usted la tilde donde le dé la gana–, dándole al cencerro tolón, tolón, tolón: gobernar solos y todo el poder para los soviets sin la extrema derecha.

Bueno, pues en estas cuentas estábamos el personal desocupado, cuando llegó Mañueco sin despeinarse, y empezó a recitar bien clarito lo que cantan en mi pueblo por estas fechas de marzo: ponte el capote, ruin, que viene abril. Nada, que de los cinco minutos le sobraron tres. En tan sólo dos minutejos dijo lo que tenía que decir con el estilo pausado y conciso que le caracteriza: que habrá gobierno con Vox, y que las Cortes se constituirán entre hermanos con dos testigos y un notario. Y dicho y hecho. ¿Es que había otra forma de hacerlo? ¿No fue eso lo que se votó hace ahora un mes? Donde hay patrón no hay marinero, y lo que en aritmética democrática no puede ser, es además imposible. Pues eso.

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