Diario de Castilla y León

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LOS americanos están más preocupados por las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania que por el conflicto bélico en sí mismo. Les duele más si les toca al bolsillo, como a todos. La gasolina está por las nubes, con un precio más alto incluso que en la crisis de 2008. El litro sale a poco más de un euro, unos 20 céntimos más que hace dos semanas. El presidente Biden ya ha avisado de que se acercan tiempos difíciles. Eso sí, y a diferencia de lo que ocurre en España y en el resto de Europa, el precio de la luz permanece estable, sin variaciones significativas desde hace meses, y sin estar sometido a la tiranía que marca el coste del gas. Aquí preocupa bastante el impacto de todo lo que está ocurriendo en Rusia, con decenas de empresas que han decidido, voluntariamente o no, dejar de operar en aquel país, y la influencia que eso puede tener en las cuentas de las multinacionales. Solo McDonalds’s ha cerrado cerca de 850 hamburgueserías, entre ellas la icónica sede ubicada cerca de la Plaza Roja y que se ha convertido en todo un símbolo desde su apertura en 1990. Los americanos van a seguir pagando el sueldo a los cerca de 72.000 trabajadores que tienen allí para convertirlos en una suerte de caballo de troya dentro de Rusia. Eso pretenden. A otras compañías, por contra, les va muy bien eso de que haya una guerra. Son las PMCs, las empresas de mercenarios dispuestos a combatir donde haga falta, a matar, básicamente, vendiéndose al mejor postor. No solo las hay en Estados Unidos, claro. Se habla de 150 en más de cincuenta países. Dan empleo a gente de todo tipo, sobre todo a americanos, franceses o británicos, muchos de ellos curtidos en mil batallas, nunca mejor dicho. El contrapunto a este horror lo ponen las innumerables iniciativas solidarias que surgen por todo el mundo, especialmente en Europa, para ayudar al pueblo ucraniano, masacrado impunemente por el invasor ruso. La acogida a los refugiados en los países limítrofes es un ejemplo de lo que se debe hacer, más allá de aspectos a mejorar. También los son las campañas de recogida de alimentos, ropas y productos de primera necesidad. En España hay muchas, por todos los rincones, merecedoras de reconocimiento. Yo me quedo con la iniciativa surgida en Soria y que ha liderado la empresa de transporte Mochuelo Jam. A ella se han sumado numerosas industrias, comercios y particulares con todo tipo de aportaciones. El resultado son los 64.406 kilos recogidos en 75 puntos diferentes y que ya han empezado a llegar a los ucranianos. La solidaridad de una provincia. Aún quedan razones para tener esperanza en la humanidad.

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