Diario de Castilla y León

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Alguien que haya podido observar estos días en Soria a un funcionario de la Junta de Castilla y León llamado Ángel Ceña caminar por la ciudad o disfrutar en un día de trabajo de su ratito para tomar el café, podría confundirlo con una estrella de la canción o algo parecido. Sin embargo, es un procurador electo de las Cortes de Castilla y León, al que después del 13F lo normal es que más de la mitad de las personas con las que se encuentre en una concurrida cafetería del centro de la capital soriana le salude, le felicite y le anime. De la noche a la mañana, igual que el resto de sus compañeros de Soria Ya que han salido elegidos, es una especie de héroe popular, tanto en el sentido de popularidad como en el de procedencia del pueblo, algo propio frente a los partidos clásicos más distantes. Y, claro, ante la desigual batalla que le espera a él, y a sus otros dos compañeros en las Cortes, no puede hablarse de otra cosa que de héroes numantinos. El porcentaje de saludo obtenido en la cafetería coincide con el de los votos en las urnas de la capital. No deja de ser asombroso que Soria Ya haya barrido a los dos partidos tradicionales y les haya dejado con un escaño a cada uno en la provincia, frente a los tres que tiene la agrupación de electores. Entre la población, se nota cierta euforia o una alegría que procede de la satisfacción de haber sido capaces de dar una respuesta con altas dosis de unidad a las políticas de los partidos de siempre respecto a la despoblación, a una provincia con una densidad de población solo comparable a la de Laponia. Esa satisfacción también es la que se muestra a quienes aducen que no va a servir para nada, y se expresa con la vista puesta en futuros comicios, como poco los nacionales, pues está por ver qué pasa con los municipales. ¿La alegría de una mayoría de sorianos es un problema para Castilla y León o para España? Sí, si cunde el ejemplo, responden algunos que mientan el cantonalismo. En cualquier caso, las consecuencias están por llegar y lo malo es no analizar ahora las causas, que es lo que toca, saber por qué muchos sorianos están contentos estos días aunque solo sea por responder con espíritu numantino a la derrota que les vaticinan quienes hoy se han visto sorprendidos y han sido víctimas del revolcón en las urnas. Porque hay quien se atreve a decir que esto pasará factura. Si esa factura es el olvido, el abandono o la resignación ante la sangría demográfica, muchos sorianos creen que ya está pagada.  

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