Diario de Castilla y León

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TENER LA OCASIÓN de votar en libertad es lo mejor de todo lo que ofrece la democracia y hoy en Castilla y León votamos en libertad y de ahí saldrá elegido el gobierno que va a dirigir los destinos, presentes y futuros, de nuestra comunidad autónoma. Los leoneses y los castellanos decidimos conjunta y libremente el resultado que se inserta en el mejor soporte imaginario, en el que ha de ampararse lo lícito y lo justo, lo que libremente decidimos quienes depositamos el voto e incluso los que no lo depositan. Y sí, creo firmemente en la democracia. Creo que hoy es un día de celebración, en el que no deben contraponerse pensamientos obtusos y personales que impliquen la posibilidad de un cambio en las ideas meditadas. Pues todo lo demás dialogaría con la burda emoción de otra conciencia. Habremos de asentir el pensamiento de aquellos que hoy opinan lo contrario: lo tuyo y lo contrario es democracia.

Creo en la democracia y creo que la auténtica amistad con esos seres humanos que son mis amigos y seguirán siendo mis amigos aunque no compartan mis ideas. Por esa razón, procuro, hoy al menos, manifestarme solamente en lo objetivo, a pesar de que José Bergamín dijese que el hombre es subjetivo puesto que es un sujeto.

También me uno a muchos de los pensamientos que Gilbert Durand manifiesta en la obra titulada Las estructuras antropológicas de lo imaginario, porque alude a la imaginación como eje central del pensamiento profundamente humano y en esa percepción exhala reflexiones de grandes humanistas que relacionan la imaginación con la conciencia, y la democracia es conciencia, porque ampara la soberanía del pueblo y el derecho individual de cada uno a elegir y decidir. Eso implica que tú y yo tengamos derecho a imaginar y a suponer que los políticos elegidos en una democracia han de aceptar, como algo natural, que otros piensen lo contrario a lo que ellos piensan. Si no lo hacen así, me inquietaría y eso es lo que me ocurre cuando medito sobre el voto, equivocado o no, eso no importa, del diputado Alberto Casero que ha manifestado por activa y por pasiva, que no quería otorgar un ‘SÍ’ a la reforma laboral. Pero los integrantes del gobierno, ovacionaron la victoria. Se abrazaron con alborozo. Celebraron la equivocación de un diputado y para colmo de colmos, se apresuraron a publicar en el BOE la convalidación de esa reforma… Simplemente patético.

Y si he empezado diciendo que democracia es símbolo de libertad, en el ‘SÍ’ del diputado Alberto Casero, no la hubo. La libertad-autoridad de la presidenta del Congreso de los Diputados puso otra libertad en entredicho. No respetó los derechos de un diputado que no pensó como ella. La asimilación subjetiva de Maritxell Batet atentó contra el principio de libertad de pensamiento cuando se implicó en la aprobación de una ley que no tenía mayoría.

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