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UN DÍA nos queda para olvidar esta pesadilla electoral en la que nos ha metido Mañueco por intereses partidistas. Aunque parece que el atrevimiento se le va atragantar. Justicia divina dirán algunos. Un día para dejar de escuchar sus cansinas respuestas, que por lo general nada tienen que ver con lo que se le pregunta. Todos los políticos, sin excepción, intentan vender la moto, su moto. Pero lo de este hombre excede lo imaginable. Transmite poco, credibilidad incluida, sobre todo al repetir promesas que su partido lleva haciendo años y años. Cierto es que la templanza que muestra, y que le lleva a decir cualquier cosa sin despeinarse, ajeno al desaliento, tiene cierto predicamento entre los castellanos y leoneses. También eso es indiscutible. Su partido lleva gobernando 34 años, y eso no ayuda. Tampoco sus más de 25 años dedicado profesionalmente a la política, algo a lo que hay muchos aficionados en su formación política, y que tiende a nublar las mentes. Cualquiera de las listas que se la juega en estos comicios merece el beneficio de la duda, aunque sea poco. Me temo que no la de Mañueco. Llevan mandando demasiado tiempo. El PP buscaba un paseo triunfal, prólogo del que debería llevar después a Pablo Casado hasta La Moncloa. Parece que las cosas se van a torcer. Y las consecuencias pueden ser imprevisibles, tanto dentro del partido, con un número creciente de voces que pone en duda la idoneidad de Casado para ejercer el liderazgo, como a la hora de buscar alianzas para poder gobernar en Castilla y León. Las buscarán donde haga falta, prometerán lo que sea necesario, y todo ello lo justificarán sin vergüenza alguna. El PP no dudará ni lo más mínimo en llegar a acuerdos con la extrema derecha. De igual manera que tampoco lo hizo el PSOE para aliarse con la extrema izquierda y con los independentistas para gobernar en Madrid. A todos les une lo mismo, la búsqueda del poder a costa de lo que sea. Mucha dignidad a la hora de hablar de líneas rojas que dicen nunca cruzarán, pero para pasárselas por el arco del triunfo si de lo que se trata es de mandar. Pedro Sánchez, el que no podía dormir solo de imaginarse a Pablo Iglesias en el gobierno, puede ser un excelente espejo en el que mirarse para Mañueco. Durante esta pesadilla electoral que estamos a punto de dejar atrás hemos llegado a escuchar todo tipo de barbaridades. La hipérbole es uno de los recursos preferidos para dirigirse a los votantes. Seguro que ustedes tienen sus favoritas. La mía, sin duda, las palabras de Mañueco al hacer una comparación entre ‘los localismos’ en Castilla y León y ‘el separatismo’ en España. Si yo fuera parte de aquellos no me olvidaría de ese paralelismo el 14 de febrero, día de los enamorados. A ver cómo se cortejan unos y otros, todos.