Jornadas de reflexión
MUCHO TIENEN que reflexionar, no sólo los electores, sino fundamentalmente los candidatos a estas elecciones autonómicas sobre la situación política en Castilla y León. Como todo el mundo sabe el próximo sábado los castellanos y leoneses se encerrarán en sus casas para dedicar el día a reflexionar sobre el sentido de su voto.
Más allá de lo absurdo de estas categóricas y pretenciosas jornadas la primera reflexión a hacer sería sobre lo fundamental que es votar con cabeza, al margen de simpatías o antipatías, sobre qué opción puede ser más conveniente para el desarrollo de Castilla y León y para el bienestar de sus ciudadanos. Hay que evitar en lo posible los votos de castigo o los votos “anti” generados más por el enfado que por la razón. Son votos que, más allá de un desahogo momentáneo, suelen conducir a la polarización, la fragmentación y al populismo y no sirven para resolver nuestros problemas
La segunda reflexión es que cambiar por cambiar no tiene sentido si el cambio no es para mejorar. Desde algunas candidaturas se ha centrado el mensaje principal de campaña en el cambio de por sí, pero se echan de menos propuestas de futuro que justifiquen ese cambio. El cambio en si mismo no garantiza ninguna mejora y no olvidemos que siempre se puede ir a peor.
Puestos a cambiar habría mucho que reflexionar sobre cómo las distintas opciones políticas encaran los verdaderos problemas de esta Comunidad. En materia económica, después de un año prácticamente baldío en todos los sectores por efecto de la pandemia, es evidente que cualquier comparativa interanual arroja crecimientos espectaculares que no son más que un espejismo estadístico que no se corresponde con la realidad económica que vivimos. En materia de despoblación, por más que se ha tratado de forma conjunta en foros, comisiones, mesas…lo cierto es que ningún partido ha sido capaz de aportar ninguna solución. Así que el que esté libre de pecado…
En cualquier caso parece claro que la jornada de reflexión no tiene ya mucho sentido si tenemos en cuenta que el que tiene claro su voto no tiene nada que reflexionar y el que, en vísperas de las elecciones no sabe a quién votar, no parece que vaya a dedicar mucho tiempo a la reflexión política. Quizá sean los candidatos los que deban reflexionar más, sin cámaras sin fotos y sin discursos sobre nuestros verdaderos problemas y sobre cómo van a cumplir sus promesas de campaña o sobre cómo van a justificar su incumplimiento.