Consecuencias económicas de una invasión rusa en Ucrania
Reflexionando acerca de los diferentes acontecimientos que afloran en nuestro entorno, uno que parece lejano pero que, de efectuarse, tendría unas graves consecuencias para España, especialmente en materia económica, sería la posible invasión de Ucrania por parte de Rusia. El panorama comienza a tambalearse desde que, hace unos días, Rusia desplegara más de cien mil soldados en las fronteras ucranianas y EEUU, quien lidera la OTAN, ya haya decidido y aconsejado a su personal diplomático evacuar la zona.
Las tensiones provocadas por el mandatario ruso, V. Putin, al tildar de “agresión” el avance de la OTAN por el este de Europa y la contestación por parte del presidente de EEUU acerca de que sería causa beligerante que un solo soldado ruso pisara suelo ucraniano, ha despertado todo un terremoto económico que se está reflejando a nivel mundial y, por ende, en España.
En el ámbito económico hablar de Rusia es hablar de energía, ya que es nuestro segundo mayor distribuidor de crudo. Por lo que una consecuencia económica clara es el aumento del coste del petróleo y el gas, puesto que el 40% del gas europeo procede de Rusia, algo que incide directamente en los precios al consumo. Tomar cartas en el asunto desde un punto de vista diplomático como aconseja la situación, conlleva aparejadas situaciones económicas nada deseables, como ya ha ocurrido en Alemania que se ha visto obligada a aumentar la producción de carbón dado el escaso suministro de gas por parte de Rusia que ha decidido “cerrar el grifo”. Es decir, esta dependencia energética traerá consigo un mayor aumento de la inflación, que ya está disparada, lo que incide directamente en el consumidor, ya sea alemán o castellano y leonés, pues no debemos olvidar que la inflación aumentó el año 2021 en más de un 3%, su nivel más alto desde 2011.
Una inflación galopante, junto con un aumento de los precios de la energía dadas las tensiones internacionales que hacen que siga al alza, conllevan un aumento en los costes de producción del sistema empresarial, ya que se ven obligados a soportar un aumento de costes en sus tarifas de la luz y combustibles de los transportes, entre otros. ¿Y esto que implica de cara al consumidor final? Digamos que “es la pescadilla que se muerde la cola”: un aumento de los costes de producción trae consigo, inevitablemente, un aumento de los precios de los bienes y servicios que se producen y venden en España, lo que hace que el consumidor sufra las consecuencias de una posible invasión en Ucrania en la compra de bienes necesarios para su día a día.
Además, la dependencia energética a la que estamos sometidos, desde hace años, pone entre las cuerdas a la UE, donde sobrevuela el fantasma de un posible corte de suministro de petróleo por parte de Rusia, lo que hace que los precios sigan aumentando, ya que la demanda no cesa incluso aumenta, pero con una menor oferta. Y es que España mantiene una situación de debilidad a este respecto porque más del 75% de sus recursos energéticos, ya sea crudo, gas o, incluso, electricidad se produce en el exterior de nuestras fronteras. En este sentido, España se abastece de gas principalmente de Argelia, por lo que un corte de suministro de gas por parte de Rusia al resto de países europeos haría que estos se movieran en busca de nuevos productores, siendo Argelia la opción principal, por lo que un aumento de demandantes de gas argelino haría que se incrementaran los precios del principal proveedor energético, lo que afectaría al aumento del coste de abastecimiento por parte de España. Ante esta realidad, podríamos decir que no salimos de “una” y nos metemos en “otra”.
No obstante, es cierto que ni España ni Castilla y León tienen como principal opción de exportación a Rusia por lo que, en este sentido, la exportación de nuestros productos no se vería tan comprometida como la importación de energías. Aunque, ineludiblemente, en un sistema económico globalizado todo el engranaje puede chirriar, y una decisión tomada en Tsovkra, una pequeña localidad rural rusa, puede tener efecto y consecuencias en un pequeño productor de Amusquillo.
Por otro lado, está la respuesta que pueda ofrecer a este conflicto tanto la OTAN como la propia UE, quien puede imponer sanciones económicas a Rusia, incluso bloqueos o embargos desde un punto de vista comercial y mercantil lo que, a su vez, también repercutiría en la economía europea y española, ya que dependemos en gran medida de lo que podamos importar de este país, lo cual sería un grave error de consecuencias económicas preocupantes.
La vía del diálogo siempre ha sido la mejor opción para enfrentarse a cualquier desavenencia y, más si cabe, cuando ésta es de calado internacional. El Gobierno nacional debe saber que cualquier paso en falso en este sentido podría traer alarmantes problemas económicos para nuestro país, que afectarían a todas las regiones, por lo que el dialogo y las conversaciones se deben mantener tanto de cara al exterior como “dentro de casa”, y todo ello en aras a mantener la estabilidad económica que se requiere tras el paso de una pandemia que aún sigue causando ciertos estragos y con la aún pendiente puesta a disposición y desarrollo por parte de las instituciones, empresas y ciudadanos de los fondos europeos Next Generation, que hacen más que nunca una economía nacional y regional dependiente de los acontecimientos internacionales.