¡Bingo!
¡Bingo! Lo digo por Tezanos quien, en medio de un montón de encuestas sobre las intenciones de voto en Castilla y León, da por ganador al PSOE y a Podemos con diferencia. ¿Por mayoría absoluta? No, pero lo suficiente para que parezca absolutísima. El cachondeo es universal, y no es comparable con el que hubo en las elecciones de la Comunidad de Madrid. Y es que la cantaleta, cuanto se repite con la consistencia ideológica de Tezanos, ya no da más de sí: no hay quien la compre porque suena a mercancía averiada, y huele a caldereta podrida.
Y dicho esto –me alegro sinceramente por la alegría transitoria que presta el CIS al señor Tudanca, pues el resto de encuestas van en dirección opuesta–, la chirigota de Tezanos no es más que un adobo para salchichas con fecha de caducidad: el 13 de febrero. Un engendro marsupial que, más allá de las glándulas mamarias de Pedro Sánchez, no hay dios que lo entienda porque las cifras patinan, la objetividad embarranca, las intenciones se confunden con la fe, y la fe con una transparencia democrática que nunca vimos y que jamás veremos.
Pero hay que reconocerle a Tezanos en esta encuesta de entrefiletes sustanciosos, un gran aplomo. ¡Qué sosiego el que proyecta en los porcentajes, qué seguridad de Capitán Araña asumiendo los riesgos que le resbalan, qué imparcialidad la suya repartiendo escaños como si fueran asesorías monclovitas, qué manejo de los dineros públicos para engatusar a los topillos, qué ética profesional para encajar la carga de los mamelucos del 13 de febrero, qué cuajo científico para hacer encajes de bolillo, y qué soltura de prevaricación plenipotenciaria que usurpa la opinión de los supuestos encuestados como si fuera un plebiscito popular! Un aplomo que canta bingo como un patriota: a partir del 13 de febrero abriremos el ministerio de la perpetua sanchunidad.