Diario de Castilla y León

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ES EVIDENTE que las campañas electorales, al igual que las sardinas o el hierro de las lentejas, mejoran la capacidad intelectual y el funcionamiento del cerebro a la hora de generar ideas brillantes, originales y novedosas. Está claro que dos años y medio en el Consejo de Gobierno, no ya como un Consejero más sino como Vicepresidente y portavoz de la Junta, no son suficientes, sin lentejas, sin campañas y sin sardinas para darse cuenta de ciertas cosas. Hace falta una campaña electoral para descubrir, por ejemplo, que las Consejerías de Fomento y Medio Ambiente deben estar separadas. ¿Cómo que separadas? debió pensar el otro. Puestos a mover Consejerías nos las llevamos a otras provincias. Con dos huevos. O mejor aún, vislumbró un tercero: Ni las separamos, ni las movemos. Nos las cargamos directamente y, de paso, la Comunidad Autónoma en si misma y toda la estructura política del Estado. ¿No estamos en Campaña? Pues habrá que decir cosas originales para llamar la atención. Luego ya vamos viendo. El caso es que por fin las empresas y los autónomos podrán dormir tranquilos con estas brillantes propuestas

Y aún queda el plato fuete de toda campaña: los debates electorales. El paraíso de los asesores, La tierra prometida de los gurús de la comunicación. Está bien lo de los idearios y los programas pero habrá que centrarse en lo realmente importante: qué chaqueta nos ponemos, si llevamos o no corbata, de qué color…Por cierto, ni una sola mujer entre los iluminados escogidos para debatir. Tendrían que hacérselo mirar los de todos y todas.

Igual que en el futbol ya no gana el que mejor juega sino el que más corre, en la política ya no destaca el que mejor gestiona sino el que comunica mejor y es capaz de proyectar mejor imagen. Lo más importante ya no es lo que se dice sino transmitir seguridad en las respuestas, calma, firmeza y confianza. Y ojo con el lenguaje sexista e inclusivo. Ahí la podemos liar.

Y así llegamos a la clave de bóveda de todo debate electoral: No meter la pata. Cualquier metedura de pata en las formas o en el fondo pesa más que el mejor programa de gobierno del mundo. Y ello especialmente para el candidato popular al que le vale el empate a cero, defender bien y no cometer errores. A partir de ahí el ganador se decidirá por algún guiño, por las sensaciones que transmitan o por algún desliz sobredimensionado. Los proyectos, las políticas y las ideas  se perderán en el olvido de los titulares, los gestos y los minutos de oro. En todo caso mucha suerte a todos y ánimo que ya queda menos.

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