Diario de Castilla y León

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EL MINISTRO de Consumo, Alberto Garzón, debe llevar mal eso de pasar desapercibido como político en el Ejecutivo de Pedro Sánchez, así que se ha dado cuenta de que la carne es un filón para conseguir polémicas que le conviertan en protagonista mediático, ya se sabe, bien o mal, pero que hablen de uno. Sus dos polémicas sobre la carne le han servido para que la mayoría hable mal de él, pero no hay que olvidar que también hay un público que aplaude lo que dice e igual araña un voto más de los que pierde. 

Seguro que a Garzón le hubiera gustado poder legislar sobre el consumo de carne y publicar una norma similar al canon 1251 del Código de Derecho Canónico que establece que «todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne».Él podría poner más días y distinguir entre carne roja y otras. 

Afortunadamente, no tiene poder suficiente para hacerlo, que seguro que le apetece más ponernos una penitencia que preocuparse por los que no pueden comer carne ni roja ni de otro tipo con la frecuencia que requiere una buena alimentación. 

Pero ahora es más preocupante la nueva cruzada del ministro, porque se ha ido al exterior a desprestigiar a la producción española de carne, que es lo que ha hecho por muchos matices que quiera poner después. Exportamos carne mala y de animales maltratados. Vaya, ¿será que no se cumplen las normas establecidas por el Gobierno español en el que está Garzón, ni las europeas? Ah, que no, que está todo bien en ese sentido, solo es que el ministro de Consumo tiene una idea propia y en este caso cumplir la legislación no es suficiente. 

Pero sí que es suficiente la idea del ministro para atacar la imagen y los intereses de España en el extranjero. Habrá quién piense que como ministro de consumo se tendría que preocupar más de qué es lo que llega desde fuera de España al consumidor nacional, de lugares donde las normas sobre producción de alimentos no son tan estrictas como aquí y gracias a ello compiten mejor en nuestra casa frente a nuestros productores. Eso sería trabajar y para el ministro igual es una penitencia.

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