Diario de Castilla y León

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FELICIDADES a las Conchas, Conchitas, Inmas e Inmaculadas. Vaya por delante. Y ahora, hechas las cumplimentaciones, debo confesar que tengo la sensación de que el personal vive de espaldas a lo que le rodea. Aunque lo celebre y vitoree con holgura y gula, se ignora el fondo y la forma de lo celebrado. Elijo para intentar demostrar mi pobre teoría de dos fiestas de carácter civil y religioso, unidas por un puente cuyo arco va de La Constitución a la Inmaculada. Esta última, una celebración de claro corte religioso cristiano: la Inmaculada Concepción. Y otra de enorme simbolismo social y patrio: el día de la Constitución, que es la religión de la libertad y el marco legal en el que vivimos protegidos todos los españoles, los de buena voluntad y los que no la tienen. Pues bien, este día de tanto simbolismo para la sociedad civil, para todos los españolitos, pasa de puntillas hasta para los mismos que cobran y viven de su defensa. Un par de titulares, fríos actos oficiales sin emoción y todo lo demás, puente y vacación.

Es preocupante que el único día de año en el que debiéramos celebrar lo que somos no exista una liturgia emocional festiva que nos una, como el Acción de Gracias de los yankees o el  14 de julio francés. Aquí dejamos de trabajar, sin más. No, no es la pandemia la culpable de la falta de amor a la causa constitucional. Somos nosotros. Uno va pasando las hojas del calendario -literal-, como madre hace cada mañana, y curiosea en el santoral. Y claro, hoy me viene a la memoria Villalpando y el mural de mi admirado Antonio Pedrero, en la iglesia de San Nicolás. Y es que,  en Villalpando, trece pueblos de la Tierra de Campos zamorana juraron un día de noviembre de 1466 el primer   voto del mundo reconociendo la Inmaculada Concepción de María. Cuatro siglos antes de ser proclamado dogma por la iglesia.

Por eso hoy, día de la Inmaculada, recuerdo a Villalpando y a su voto y que toda la vida, al entrar en una casa o en un convento, decíamos eso de ‘Ave María Purísima’ y te contestaban ‘sin pecado concebida’. Y es que, más allá del color político de cada cual y de la fe que profese cada uno, es bueno conocer el fundamento y significado de lo que celebramos. Ya se verá cuando llegue la reforma y el próximo concilio. Por ahora, mi voto para la Constitución y para el de Villalpando. Ave María Purísima.

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