Un aviso que no debe echarse en saco roto
LOS TRANSPORTISTAS, salvo que un acuerdo de última hora lo evite, pararán los días antes de Navidad y su paro provocará un colapso y un desabastecimiento, aún mayor del que ya se está produciendo. El portavoz autonómico de los transportista cree que la convocatoria planteada por el Comité Nacional de Transporte en vísperas de Navidad es la única solución para que el Ejecutivo atienda sus reivindicaciones y vaticina problemas de abastecimiento en la comunidad, no sólo en el ámbito de la alimentación, sino también en el suministro de todo tipo de almacenes o en negocios vinculados a la automoción.
Que el paro, de llegar a realizarse, puede generar muchos problemas porque las empresas no tienen stock en sus almacenes, gracias a que el transporte garantiza un suministro diario, es una realidad que nadie puede negar. Y es ahí donde radica la importancia de este sector de la economía, como se ha visto durante la pandemia, el que todos los días mueven miles de toneladas de productos. Y todo eso, pese a difícil situación con la que se encuentran, con déficit de conductores y teniendo que hacer frente a los sobrecostes que tienen que asumir con la subida del combustible, por no hablar de la posibilidad de que en un plazo breve de tiempo pueda establecerse un peaje en las autovías.
Sea como fuere, la intención de los transportistas con estas paradas no es perjudicar a los consumidores y espera que los ciudadanos comprendan su situación. Una opinión pública que los vio como verdaderos héroes, trabajando sin tener ni dónde comer ni dónde dormir, dando el do de pecho durante lo más duro de la pandemia. Pero esto no puede seguir así, según detallan los propios transportistas, que vienen indicando las precarias condiciones laborales, que se resumen en muchas horas de trabajo y poco sueldo.
La gota que ha colmado el vaso ha sido el notable incremento del precio de los carburantes, a la que hay que unir la de luz. Todo suma y parece que el hartazgo es real. Desde el Gobierno, desde las administraciones no puede mirarse para otro lado. El del transporte es un sector esencial, que lo está haciendo, además de poner sus exigencias encima de la mesa, es avisando de lo que se avecina. Un aviso que no debe echarse en saco roto.