El botón electoral
NO SOLO por la sanidad, pero sobre todo por ella, ha quedado demostrado que la Junta de Castilla y León ha quedado partida en dos gobiernos. Mientras el presidente Alfonso Fernández Mañueco da un golpe en la mesa para forzar a que haya cordura a la hora de enfrentar una reforma tan delicada como la de la sanidad, los socios de Ciudadanos se atrincheran en una forma de hacer las cosas que ha conseguido uno de la mayores consensos de la Comunidad en su contra. Así que el adelanto electoral se convierte cada vez en una opción más sólida. Desde luego, es una oportunidad para Mañueco, que tendría al alcance de la mano un gobierno en solitario o, en el peor de los casos, con el apoyo de otro grupo minoritario sin la necesidad de incluirlo en el Ejecutivo, como la última legislatura de Juan Vicente Herrera con Ciudadanos. Eso es el panorama que a día de hoy muestran las encuestas. La reforma del Estatuto que permitió el adelanto de las elecciones colocó a Castilla y León entre las autonomías que establecieron que el contador de la legislatura se ponía a cero. Es decir, cuatro años de mandato a partir de los comicios anticipados. No sucede lo mismo en otras comunidades, como Madrid, donde el adelanto electoral vincula el nuevo mandato al final natural del anterior. Es el ejemplo de Díaz Ayuso, que tendrá que volver a las urnas el cuarto domingo de mayo de 2023 en coincidencia con las elecciones municipales. Uno de los inconvenientes para las grandes partidos de Castilla y León, PP y PSOE, del adelanto electoral es que la baza de su gran implantación municipal pierde algo de importancia, porque los alcaldes quizá no se sientan tan proclives a la movilización electoral, al no tener que someterse ellos al juicio de las urnas. Y ese inconveniente estará para siempre, dado que la elección de procuradores para las Cortes de Castilla y León quedará, salvo que se busque una corrección muy complicada, disociada de la de los representantes municipales. Quizá eso pueda suponer algo de ventaja para quienes no tienen mucha implantación municipal, pero seguramente tampoco sea demasiado relevante. Lo que sí se produciría es que los asuntos autonómicos cobrarían especial relevancia al no haber interferencias de los asuntos locales. ¿Podría ese factor incrementar la conciencia regional que tanto escasea en Castilla y León? Todo está por ver, pero solo se verá si finalmente Mañueco toma la decisión, si no la ha tomado ya, de pulsar o no el botón de las elecciones.