Diario de Castilla y León

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ALGUNOS TITULARES de la prensa decían estos días pasados que las empresas públicas tuvieron grandes pérdidas durante la pandemia. Eso coincide con que numerosísimas empresas privadas también las han tenido en los últimos dos años; y que los que dirigen los destinos de este viejo país no han sabido proceder ante tan graves circunstancias. Ni  han deseado saber que la economía se sostiene, no solo en la figura empresarial, pues, sobre todo, ampara a muchos seres humanos que viven y participan en mancillados orbes económicos que hoy viven en precario y sin futuro. La situación es adversa, si tenemos en cuenta que cuando una empresa pública exhibe tantas pérdidas, eres tú, tu familia, tus conocidos y desconocidos los que han de reflotarla con impuestos; a la vez que los responsables de la hecatombe siguen percibiendo un sueldo inmerecido, injusto y abultado. Esa empresa modesta que jugándoselo todo había sido capaz de crear una docena de puestos de trabajo y que durante el tiempo de pandemia se ha ahogado en sí misma, no tiene quien la salve. Ya, que nuestra madre Hacienda y nuestro padre Estado no quieren saber nada. El Estado actual es la figura que eclipsa y aglutina a todo ser humano para hacerlo vivir en un redil. España ya amamanta burguesías que crea de la nada este gobierno, para que algunos especímenes, oportunistas, que vivían en Vallecas y odiaban y detestaban a los que vivían en las urbanizaciones de Galapagar o de  Majadahonda, ahora vivan en Galapagar y puedan olvidarse de los que viven en Vallecas. Es el modo de ser de todos esos politiquillos de poca monta, que predican argumentos de filósofos desfasados, para poder glosar cosas grandilocuentes que impulsan revoluciones de pacotilla, a pesar de que yo esté mucho más de acuerdo con aquel Pío Baroja que decía que la mayoría de las revoluciones solamente son buenas para los historiadores… Porque todo eso que ofrecen late en la ruinosa ideología que no remedia nada. No remedia ni tan siquiera el abultado precio de la luz. Ni la separación de poderes que auspicia la auténtica democracia. Nuestra derrota actual radica en los turbios dislates del sanchismo que no sabe gobernar, por eso delimita todo tipo de especulaciones para seguir viviendo en La Moncloa; bendiciendo incluso a los terroristas de la ETA y a sus malcriados herederos. Los que ahora desean hacernos creer que eran simplemente ideólogos inofensivos y por eso dicen, a través de Bildu, que les preocupan mucho los delitos de odio… ¡Vaya farsa! Es la premonición del mundo desalmado, del que no sabe leer ni meditar en la sabiduría de los grandes pensadores que amaron, ampararon y sustentaron la democracia.

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