A quien Dios se la dé...
¡¡¡PERO a qué esperan!!! Se han difundido por internet unos datos escandalosos, refrendados por el doctor Daniel de Luis, «para conocer qué está sucediendo con las enfermedades crónicas durante la pandemia». Lo sucedido es infame. Con respecto a 2020 –eso creo entender–, se han diagnosticado en Castilla y León un 3% menos de casos con cáncer, un 16% menos de infartos, un 9% menos de ictus, un 19% menos en diabetes, y 25% menos de hipertensos. Lo que delata una falta de atención generalizada, y una masacre encubierta. Pero la realidad es más escandalosa aún. ¿Saben por qué? Porque los registros están congelados. No salen de la satrapía de Veronique Casado por el artículo 33, que es el artículo de los dictadores: porque me sale del volkswagen, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Se puede entender, imposible en democracia, que dicho registro se paralice dos meses. Pero que se cierre la sanidad a cal y canto por dos años, porque viene el virus, es una apostasía en toda regla del juramento hipocrático, y de los derechos fundamentales del ciudadano. Nos han fallado masivamente los políticos y también demasiados médicos. Hoy sabemos que esos datos se quedan cortos. Basta con ver los índices de la Asociación Española contra el Cáncer. Si a esto añadimos lo que reveló el miércoles el presidente del Colegio de Médicos de la Autonomía, José Luis Díaz Villarig –«¿hay alguien que esté de acuerdo con lo que ha pasado con la sanidad en estos dos años?» y que «nunca» debieron suprimirse «las consultas presenciales»–, la cosa es de juzgado de guardia. Que doña Verónique y olé, la responsable de este atropello e ineptitud manifiesta –fruto, según CCOO de una gran «soberbia, prepotencia y actitud chulesca»–, no haya dimitido, o no la hayan dimitido al día de hoy, pone en entredicho a toda la clase política de Castilla y León sin exclusiones.