Los tiempos de vino y rosas
HAN PASADO casi dos décadas desde que se estrenó en Burgos el evento de mayor glamour y lustre que ha visto esta Comunidad. Era la tarde del 22 de octubre del año 2002 cuando se inauguraba la Pasarela de la Moda de Castilla y León en un hotel de la capital burgalesa con todo el boato y el lustre que da el dinero público regado a malsalva. Todo un acontecimiento, oiga. Tortazos hubo para conseguir entradas y acreditaciones para este sarao. Había que ver de cerca a las modelos más estilosas, aquellas que salían en las portadas de las revistas y que venían a Burgos con el caché pagado de antemano y a los diseñadores y creadores. Pero, sobre todo, había que dejarse ver. Sentarse en la primera fila fue un privilegio muy disputado. Los primeros años creció aún mas la burbuja de la moda y el interés del público se mantuvo. Llegaron a celebrarse en Burgos dos pasarelas al año como escaparates de las colecciones de otoño-invierno y primavera-verano de los grandes genios de la moda de Castilla y León. Como todo parecía poco, a la Pasarela se le acoplaron sesiones de trabajo entre la industria autonómica del textil y compradores internacionales, jornadas de intercambio y mercado paralelo. Se trajeron compradores del extranjero y se pagaron minutas inimaginables para darle hilo a la cometa de la moda de Castilla y León. Entonces éramos ricos y no se reparaba en gastos. La pujanza de las cuentas públicas daba para tirar con pólvora del rey y rentabilizar el sablazo en forma de fotos de portada y reportajes en el papel couché. No hubo consejero del ramo, desde el estirado González Ballvé al siempre incómodo en Burgos, Tomás Villanueva, que no se retratase sobre la Pasarela. A menudo entregando el premio al joven diseñador de turno. En eso sí que se acertó, ya que, por lo menos, la Pasarela ha servido de escaparate al talento joven y siempre ha tenido una conexión muy directa con la Escuela de Diseño y Moda de Burgos. Tanto es así que cuando mordió la crisis y estéticamente gastarse el presupuesto público en sedas y tules estuvo mal visto, fue la Escuela la que se convirtió en sede de la Pasaralela y pudo seguir celebrándose. Es esta, la de la moda de Castilla y León, una burbuja que se desinchó antes de explotar a la que se le sigue insuflando aire. Pero los buenos tiempos han quedado ya muy atrás. A la drástica crisis de 2008 en adelante le ha sucedido la del covid, obligando a un nuevo cambio de escenario. Este año se sustituye el Fórum Evolución de Burgos, la sede que había acogido la pasarela en los últimos tiempos de recuperación, por los desfiles grabados en condiciones controladas y libres de virus. No hay cosa más fea que ver desfilar a una modelo con mascarilla, así que bienvenido sea. Pero uno no puede evitar acordarse de los tiempos de vino y rosas.