No hacían falta alforjas
SI HAN tenido la oportunidad de darse una vuelta por las playas del norte o del oeste de España habrán visto que este verano abunda el turista nacional y que en los lugares más típicos resulta complicado hasta el aparcamiento, no digamos conseguir una mesa para comer o cenar. Pero el turismo de interior también ha experimentado un alza significativa en lo que llevamos del estío. Sin necesidad de recurrir a las estadísticas, todos lo hemos podido ver en nuestras ciudades y pueblos. Incluso en el medio rural han vuelto los veraneantes y los hijos del pueblo, que hacen gasto en el bar porque, aunque este año no hay fiestas y no hay mejor terraceo que unos vinitos a la fresca. El turismo se mueve pero no se va muy lejos. Castilla y León, con su abundantísima oferta turística de todo tipo tiene este año una gran oportunidad de sacar partido de este sector, que es un motor auxiliar de la economía que tira de eslabones de la cadena de consumo tales como el comercio, la gastronomía o el empleo. De momento en la Comunidad se ha constatado un aumento del 59 por ciento en las pernoctaciones, que menor del que se registra en España. No es del todo malo, ya que aunque Castilla y León siempre flojea en los datos de noches de hotel consumidas por los visitantes, en verano hay que tener en cuenta que los turistas alargan las estancias en destinos más vacacionales, especialmente en las costas. Pero es cierto que nuestro fuerte no es ese, sino que las escapadas de fin de semana y ahí sí que hay que dar la batalla, porque la guerra de Castilla y León no es contra Benidorm y su turismo playero, sino por los desplazamientos cortos de madrileños, vascos y otros vecinos a los que atraer una y otra vez para que nos visiten. En Burgos se suponía que se había preparado para este verano un arsenal de reclamos para precisamente para atraer a los turistas y ha resultado que en julio ha sido la cuarta provincia por la cola en la Comunidad en el incremento de visitantes. Dicho de otro modo, aunque es la primera en número de visitantes y la segunda en pernoctaciones, crece un tercio menos que provincias como León o Segovia. Y lo importante es crecer porque si no se va para atrás. Así nos vemos pese a que el 29 de junio llegó el Rey a la capital burgalesa para inaugurar la exposición de Las Edades del Hombre, que ayer alcanzó los 55.000 visitantes, y se ha celebrado el VIII Centenario de la Catedral de Burgos, la Vuelta Ciclista, la salida de la Vuelta a España y hasta está en marcha el VIII centenario del nacimiento de Santo Domingo de Guzmán en el pueblo burgalés de Caleruega. Tantos alardes para un incremento del 58,8 por ciento del turismo sobre julio del año pasado, el primer mes después del confinamiento. Para ese viaje no hacían falta alforjas, dicen en mi pueblo.