Ecologismo de pacotilla
LA actual situación medioambiental en el mundo obliga a superar definitivamente ese concepto rancio de ecologismo de pacotilla ligado a una extrema izquierda antisistema. Como si entre el resto de opciones políticas moderadas no pudiera haber personas con conciencia ecológica preocupadas por la actual situación. La economía verde, el desarrollo sostenible, el cambio climático o los objetivos de la agenda 2030 deberían dejar de ser meros sloganes políticos cuyo principal objetivo continua siendo mostrar la cara amable de gobiernos y empresas.
Las recientes inundaciones en Centroeuropa y sus consecuencias devastadoras nos han puesto delante de una realidad que ya no podemos ignorar. Las catástrofes naturales ya no son una cuestión de países lejanos de otros continentes sino una realidad cercana que nos puede afectar en cualquier momento. Cada vez son menos los científicos e investigadores capaces de seguir defendiendo que este tipo de catástrofes son ajenas a un evidente cambio climático que hasta ahora ponían en duda.
El ecologismo responsable debería convertirse en un eje transversal que afecte a los actuales sistemas productivos, urbanísticos, industriales, educativos, económicos, sociales y de transporte. Una auténtica revolución verde que, más allá del tradicional ecologismo de pacotilla, ponga freno a un deterioro medioambiental cuyo precio empezamos a pagar ya en forma de vidas humanas, daños materiales y destrucción económica.
Hasta la rigurosa Merkel ha reconocido errores graves en la política medioambiental En Rusia se ha registrado el mes de junio más caluroso de su historia con temperaturas por encima de 35 grados. En la localidad canadiense de Lytton rozaron recientemente los 50 grados de temperatura. Aquí en España baste recordar el impacto directo que tuvo en nuestras vidas la borrasca “Filomena” el pasado Enero. No se trata ya de algo que sucede en otros países lejanos y que, por lamentable que nos parezca, no afecta a nuestro día a día.
Sin ir más lejos en Castilla y León la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya ha advertido que a corto plazo los veranos serán cada vez más largos, las olas de calor más frecuentes y rigurosas alternándose con episodios puntuales de lluvia intensa y periodos de sequía cada vez más largos. Un panorama que, más allá de la conciencia ecológica de cada uno, va a afectar a sectores económicos fundamentales de nuestra región. Se trata pues, no ya de una opción ideológica o de conciencia, sino de una cuestión social y económica que, más pronto que tarde, va a empezar a alterar nuestras actuales condiciones de vida.