Diario de Castilla y León

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La tecnocracia es un término viejo y con diferentes acepciones, pero reducido a su sentido más básico, el gobierno de los técnicos, no parece demasiado compatible con una democracia en la que, en teoría, cualquiera puede llegar a gobernar, independientemente de su formación. Los técnicos, los expertos, juegan un papel muy importante, pero las decisiones políticas no pueden contemplar solo cuestiones científicas y objetivables. Es necesario tener en cuenta muchas otras variables que pasan por el terreno de la ética, la moral, las cuestiones sociales, culturales y un largo etcétera. En esta pandemia se han producido varias polémicas relacionadas con las diferentes visiones de técnicos y políticos. Inicialmente, ante el general desconocimiento de lo que era el coronavirus y a la situación a la que se enfrentaba el mundo, parecía que solo se podía hacer caso a los expertos, pero había un problema evidente, que los científicos necesitaban tiempo para comprender lo que estaba sucediendo y también se produjeron errores que por ser comprensibles no dejaron de ser clamorosos, empezando por la desafortunada comparación del Covid-19 con la gripe. Los políticos, sin embargo, se aferraron a los expertos, tanto en el Gobierno central como en el de Castilla y León, en este último caso con el problema añadido de tener dos médicos con gran poder en el Ejecutivo, que en algunos casos les ha llevado a la tentación de creerse expertos en pandemias, aunque se acerquen más a ese conocimiento que un abogado o un ingeniero. La realidad ha sido que los expertos o no tenían nombres y apellidos o no se les hacía el caso que realmente se decía. En el término medio está la virtud, porque los criterios de los expertos deben combinarse con decisiones políticas que trascienden a la salud y afectan a otras esferas, desde la economía a la cultura. Así que lo ideal parece estar bien asesorado para tomar las mejores decisiones para la sociedad atendiendo a todos los intereses. Es muy difícil, por supuesto. Gracias a este periódico, se han conocido las opiniones que el comité de expertos daba a la Consejería de Sanidad así como su irregular funcionamiento al menos en lo que se refiere a sus convocatorias. Una recomendación, comprensible para todos, pareció realmente acertada, la que pedía no desconcertar a los ciudadanos con medidas cambiantes. No hay que ser técnico para ver que es algo razonable. Lo curioso es que hoy, en Castilla y León y en toda España, lo que reina es el desconcierto, siempre mayor si hay periodos vacacionales a la vista.

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