Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El lío perpetrado por la ministra Ribera

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Por mucho que el ministro Luis Planas quiera evidenciar concordia con la ministra Ribera a cuenta del lío que esta última ha organizado con la protección del lobo, los postulados que ambos defienden, si son sinceros, están en las antípodas. Lo sabe Planas y hasta el que asó la manteca. No se puede ejercer la defensa de la ganadería del mundo rural, y por tanto, en buena medida, la supervivencia de ese mundo, con la hiperprotección del lobo, cuya población de 2.000 ejemplares se concentra en territorios muy específicos, fundamentalmente de Castilla y León, Asturias, Galicia y Cantabria. Si el lobo puede campar a sus anchas los que dejan de acampar son los ganaderos. Y de momento no hay compromiso alguno de la ministra de que vaya a traer una fábrica de Mercedes eléctricos a todo ese inmenso mar de despoblación que es el 80% del territorio de Castilla y León. 

El compromiso del jefe de la oposición y líder socialista con las organizaciones agrarias de alcanzar un consenso sobre el lobo partiendo de poner el contador a cero parece más voluntarista que realista. Es un planteamiento sensato y de diálogo. La sensatez que le ha faltado a la ministra para antes de iniciar la aprobación de la norma que blinda al lobo contra la caza regulada emprender ese camino de diálogo, fundamentalmente con las comunidades y territorios afectados, no valiéndose del voto imprudente y populista de los que no pintan nada en este peliagudo asunto.

El PP y el PSOE han empezado a asustarse, pero no por el lobo, sino por el lobo electoral, que tiene color verde y se llama VOX, que igual que con la caza y otros desaciertos de los dos principales partidos políticos sigue pescando votos en el mundo rural, de la disolución de Ciudadanos y de la sangría del PP. Y así, más o menos se significó en el enfrentamiento plenario entre dos de los pesos pesado del PSOE y PP. Lo cual dice mucho. Y es que sólo parecen preocuparles las preocupaciones de la gente cuando estas les acarrean pérdida de apoyo electoral, no porque compartan las preocupaciones de la gente de a pie.

Pero el líder del PSOE de Castilla y León tiene que tener claro que este tremendo lío del lobo lo ha perpetrado su ministra de la despoblación. Ella solita, sin encomendarse ni a la sensatez ni al diálogo.

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