Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Explicar los cambios de criterio como modelo de credibilidad

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mientras no llegue el dique de la vacuna, las olas de la pandemia se seguirán sucediendo. Vimos la primera, la segunda y la tercera, esta última más virulenta de lo esperado. Y veremos la cuarta. El comportamiento del virus sigue siendo incierto. Las cepas o mutaciones son las que abonan ahora esa incertidumbre. 

Y esa incertidumbre y lo cambiante de la pandemia propicia que los criterios para combatirla también lo sean. Es asumible y lógico, aunque duro para los sectores más afectados como la hostelería, el comercio y los gimnasios. Sobre todo cuando asisten asombrados a la pasividad de un gobierno central que todavía no ha articulado no ayudas, sino un plan de salvación como han hecho los países más desarrollados de Europa.

Pero también es verdad que ese cambio de criterios es asumible por la población, siempre y cuando no se aliente el desconcierto. Y el desconcierto se alimenta cuando se cambian los criterios y no se explican. No se dedica tiempo a esa pedagogía. Lo que antes valía ahora no vale y punto redondo. No son ni formas en democracia. Hay que explicar que ahora lo que marca el nivel de riesgo y alerta no son las incidencias como en la segunda ola, sino el atasco que sigue habiendo en los hospitales con más de mil pacientes covid ingresados, 246 de ellos en UCIs. Hay que explicarlo con el fin de empatizar con el ciudadano, no imponerlo. Porque resulta difícil de entender que lo que hace dos meses valía ahora no sirva. Y especialmente es difícil de entender para los sectores económicos constantemente restringidos, cuando no cerrados a lo largo de este casi primer año de pandemia.

La función de la política en tiempos de crisis, y ahora asistimos a la más importante desde la Segunda Guerra Mundial, es empatizar con los ciudadanos. Empatizar con sus preocupaciones e inquietudes. Pero también comprenderles y hacerles comprender con enorme paciencia y pedagogía la decisiones duras que se dictan y que, involuntariamente, atentan directamente contra su sustento de vida.

La política requiere de alumbrar horizontes sin miedo a equivocarse. Porque las decisiones son cambiantes en función de los giros de la pandemia y el comportamiento del virus, más ahora que está alentado por mutaciones de impredecible comportamiento.

Rectificar es acertar. Camuflar los cambios de criterios sólo abona el descrédito entre la ciudadanía. El sentido común y el comportamiento normal y sincero son sin duda las mejores dosis que se pueden aplicar en política. Lo hizo la Junta en el peor momento, cuando arribó la pandemia sin avisar hace casi un año. Y eso mismo es lo que debe volver a practicar. Explicar y decidir sin miedo no a equivocarse, sino a tener que cambiar. Pero esencialmente explicándolo. Porque los ciudadanos se lo merecen.

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