Diario de Castilla y León

ADOLFO ALONSO ARES

Vicecelos de vicepresidente

MENSAJES CRUZADOS

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En la novela que Gabriel Miró tituló Las cerezas del cementerio , doña Beatriz representa a una madre lastimada por los celos, ante la donosura y belleza de su hija Julia y, era quizá, porque aun se sentía abrasada por el fuego de la juventud. El vice-vicepresidente Turrión quizá se sienta abrasado por la maraña que infecta con celos alocados; sobre todo, cuando el ‘premier’ Sánchez insinúa cualquier tipo de acercamiento a las fuerzas políticas rechazadas por la ultraizquierda radical. Miró, en su novela, nos revela la clave de esa hecatombe cíclica que muestran los individuos mediocres cuando se significan en cualquier tipo de sociedad. Pero ahora - menuda putada - en pleno siglo XXI, ese, al que otros llaman ‘el coletas’ - yo no le llamo así - se exhibe ante nosotros como aquellas doncellitas cuasi-juveniles que irradian la tersura que ofrece el maquillaje: petulancia, arrogancia e insolencia.    

Turrión se cela de lo que pudiera hacer sombra a su sofisticado pensamiento, porque desea sentirse gobernador de las ínsulas falsarias que habitan en su ego, y lo peor de todo, es que para administrarlas ha de arruinar todo lo que hasta ahora habíamos conseguido con gobiernos democráticos.

Ministro de la nada: es la vana quimera que ondula el artificio de un gobierno repleto de entelequias, selladas por el astuto ‘abrazo’ televisivo que inició la andadura de un pacto de gobierno. Era un beso de Judas. Lo dice Antonio Gala en La pasión turca cuando asegura que los abrazos que murmuran al oído y que dicen - más o menos - ‘tú y yo somos el paraíso’, muy pronto se evaporan.

Ese es el ministro que acuna y amamanta la tragedia que él mismo representa para el cincuenta por ciento de los españoles. Ya que el buen gobernante ha de pensar en todos y cada uno de los patrones vitales que un país representa. Incluso en quienes jamás le votarían. Porque la política, la buena política, determina también desasosiegos, proponiendo normas que también beneficien a los que tienen el deber de hacer oposición.

Es esa una de las causas que contribuyen a que la actual política española denote agotamiento y aspire a que un gobierno socialista sepa aplicar políticas socialistas que no han de ir más allá, y, sobre todo, no contribuir al desorden de un estado que se ampara en la falsa solidaridad, en la falsa responsabilidad o en los falsos feminismos.

Sánchez&Iglesias o Iglesias&Sánchez - tanto monta - nos están apartando de un modo razonable de sociedad establecida. Sociedad a la que un día aludió el socialista - laborista Tony Blair cuando dijo que la ocupación de su partido por la extrema izquierda les había convertido en movimiento de protesta incapaz de gobernar. ¿Ocurre aquí lo mismo?

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