Diario de Castilla y León

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El cosmos financiero se ha globalizado en torno a las criptomonedas. Se ha enfrentado a los estados poderosos y a los consejos de administración de las mayores organizaciones crediticias, mercantiles y bursátiles para fluir en el rumbo que se hace más libre, el que fue diseñado e imbuido en la tecnología ‘blockchain’, a través de un cifrado de alta seguridad que autentifica la necesaria trasparencia. Que posee un control absolutamente descentralizado y, por lo tanto, opuesto al que hasta ahora utilizaron las monedas emitidas por los bancos centrales de los diferentes países: así es como ha nacido un nuevo envite fundado en la confianza. Es por eso que los seres humanos que habitamos el planeta ya hemos decidido que nuestras propias oportunidades no han de estar constreñidas por herméticas reglas que encorsetan numerosos procesos. Pues ahora los estados pretenden fundar - al amparo de lo que ya funciona libremente- la réplica cautiva de todo el bastidor emancipado, y no lo lograrán. Pues codician sentirse innovadores de los nuevos patrones económicos, que hoy triunfan a lo ancho de un mundo sin fronteras.

Los detractores de tales estructuras han llegado a decir que el sistema ‘cripto’ ha sido utilizado para lavar dinero ilícito u obtenido de modo fraudulento para urdir procedimientos sospechosos y diferentes a los que, hasta ahora, apoyó la economía. El método que escapa de la tradición heredada de otros siglos es actual objeto de debate, ya que con él se puede ordenar un pago en cuestión de segundos a apartados lugares del planeta sin necesidad de intermediarios.

El año 2009 apareció el bitcoin y ahí, justo ahí, se abrió la posibilidad de que otros escenarios también se deslizasen a través de bifurcaciones y códigos dirigidos a desarrollar determinados protocolos. Nacieron Ethereum, Litecoin, Cardano, Chainlink, Stelar y otras muchas que coincidían en que sus protocolos criptográficos de seguridad estuvieran dirigidos al transporte de los datos y a un correcto nivel de aplicación. Ya hay criptomonedas segregadas de algunas de las anteriores, hijas de ellas, que circulan con total autonomía y por lo tanto con algoritmos diferentes que evitan la repetición entre cadenas: bitcoin cash o bitcoin SV. La ventaja de esa nueva oferta radica en que para abrir una cuenta ya no ha de inquietarnos la aprobación del mercado y tampoco la seguridad de una cartera que se diversifica en el entramado universal. Hace poco más de un año, 27 de abril, escribí en este mismo periódico una columna titulada Del trueque a la criptomoneda. Desde entonces todo ha evolucionado, ya que en esa fecha un bitcoin equivalía a 4.088,88 dólares y hoy que vuelvo a comprobarlo equivale a 26.448,70.

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