Las Cortes, un lugar para las ideas en vez de para la bronca
NO SE LE hace ningún favor a la monarquía con un pleno bronco como el que ayer protagonizaron las Cortes de Castilla y León con un tiroteo cruzado de acusaciones a costa de una inicitiva para defender a la institución de los ataques iniciados por el ala más radical de la izquierda que pretende subvertir el orden constitucional aprobado por todos los españoles.
Así, ni se defiende el modelo de monarquía constitucional, ni se respalda a la figura del Rey, ni evita el bochornoso espectáculo que están ofreciendo a los ciudadanos los políticos nacionales. Castilla y León es otra cosa. Debe seguir siendo otra cosa. Ydebe parecer otra cosa. Un lugar en el que la política es un instrumento útil con el que crear los mimbres con los que bregar contra la pandemia y construir un futuro económico y laboral para los tiempos que lleguen tras el virus.
No hubiera estado demás que el presidente de la cámara, Luis Fuentes, hubiera suspendido la sesión en vista de la algarabía que se organizó, del griterío, acusaciones y desorden. Pero no lo hizo. Por muchísimo menos, una compañera de Ciudadanos de Fuentes expulsó al portavoz socialista en la comisión de Empleo. Si Fuentes hubiera empleado una décima del rigor de su compañera hubiera tenido que sacar de la sala además de a parlamentarios de PSOE y Podemos a otros de Ciudadanos y PP. Dos varas de medir. No quiere decir que Fuentes se haya equivocado, porque abrir la vía de la expulsión puede sentar un precedente en el que no haya pleno en el que aguanten todos en el hemiciclo. Hay que entender lo que es la retórica, la vehemencia y el acaloramiento parlamentario. Pero intentar defender la institución de la monarquía convirtiéndola en arma arrojadiza política no es la mejor forma de echar una mano a Felipe VI. Seguro.
En cualquier caso, los partidos políticos con representación en el arco parlamentario autonómico tienen que empezar a hacerselo mirar. Y mucho. Su función fundamental es trabajar en el legislativo por asuntos netamente de Castilla y León. Sin que excepcionalmente no se adopten postura relacionadas con el ámbito nacional. Aunque en este caso, lo mejor sería que esos posicionamientos fueran constructivos y estuvieran espoleados por el consenso. El consenso de las necesidades y urgencias que reclaman los ciudadanos de Castilla y Léon.
Para lo de la monarquía ya se han pronunciado sus compañeros en Madrid. Y para hacer el mismo trabajo que se le presupone a los parlamentarios regionales Castilla y León no precisa 81 procuradores que cuestan más de cinco millones en sueldos políticos al año a los contribuyentes. Precisa 81 procuradores para que ayuden con su trabajo, sus ideas y sus iniciativas a la reconstrucción de Castilla y León y sus territorios, tan dañados de despoblación y de desequilibrios. Pónganse a trabajar de una vez y dejen las algaradas para el gran circo central de la política que es Madrid y su hoguera de las vanidades.