Los cuernos
LEX ARTIS
SOMOS sabedores de que no es fácil coger al toro por los cuernos. Nada fácil. Tanto se pregonó que lo taurino debía hospedar sus competencias en la pensión de Cultura que ahora solo cabe una mirada entre melancólica y franciscana cuando se advierte que desde el Monasterio de Prado no existe la asertividad y decisión necesarias para mancornar la actual situación. De hecho, si el toro fuera devuelto a los corrales, los fuegos artificiales podrían contemplarse con gran gozo y algarabía desde todos los rincones de la región.
En Cultura CyL no lo ven nada claro. El tranco burriciego les delata. Trampantojo taurino. Crearon una Mesa de la Tauromaquia. Algún almuerzo ha caído, pues los estómagos agradecidos que la componen (salvo alguna honrosa excepción) se alimentan con la erótica de la foto y el acta. Cualquiera de IKEA hubiera dado mejor resultado que esta, pero quienes manejan el cotarro tardarían más en montarla que Morante en descabellar en un tarde poco inspirada.
La Junta ha pedido, con la tablilla digital, ideas para una normativa nueva para estos nuevos tiempos. Lo ha hecho en eso que se llama Espacio de Participación de la Junta de Castilla y León. Discretamente. Durante seis días hábiles. Que hoy, lunes, terminan. Faena de aliño.
Cultura siente la presión del torero timorato que se anuncia para una encerrona en un momento de agitación emocional y que, días antes de hacer el paseíllo, sueña con faenas por teletrabajo. Están más perdidos que un toro de Raso de Portillo en la Casa Lis.
Menos mal, algo es algo, que desde Agricultura y Ganadería, se han dejado de circunloquios y se ha abierto una línea de ayudas a las ganaderías de bravo. Apoyo contante y sonante. Y una defensa clara del valor del animal y del mundo rural.
Mientras la tauromaquia agoniza, Cultura se gasta un pastizal en un anuncio en Madrid. Dice: «Castilla y León. Inspira». Como que se pudiera vivir del aire. De momento no se confirma que esté preparada una lona del siguiente tenor: «Nuestra tauromaquia. Expira».