La determinación, valentía y coherencia del liderazgo
EL ALCALDE DE Valladolid, Óscar Puente, acaba de ponerse a la cabeza para ejercer el liderazgo de los regidores del país. Y lo hace en la defensa de sus ciudadanos alzando la voz contra el gobierno de su partido con determinación y en favor de los ayuntamientos. Un liderazgo de Puente que es reconocido por alguien tan significativo y relevante como es el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, sin duda uno de los ejemplos más brillantes de como ejercer la política durante la grave crisis provocada por la pandemia del coronavirus.
Considera Puente, y así lo hace saber no dudando en alzar la voz, que se siente perjudicado por el gobierno de Pedro Sánchez, por su gobierno, razón por la que se reviste de ese liderazgo para reclamarle aquello que considera además de justo, sino vital y esencial para que el Ayuntamiento de Valladolid pueda hacer frente a la grave situación que está dejando tras de sí la pandemia del coronavirus.
Puente puede hacerlo, alza la voz para exigir y reclamar, porque goza de la autoridad orgánica y moral que no tienen otros. Claro que también los hay que cuentan también con esa autoridad orgánica y moral, pero no la ejercen. El alcalde de Valladolid y, además, portavoz federal del Partido Socialista sí la tiene y la ejerce sin dudarlo un instante, lo que demuestra su talla política.
Las críticas de Óscar Puente están absolutamente justificadas. Ya está bien que la ministra de Hacienda, quizás por aquello de ser andaluza, crea que el Ministerio es su cortijo particular. Los ayuntamientos, y eso es otra verdad incontestable, están siendo ejemplo de ahorro y de rigor en la gestión de las arcas municipales. Y lo que no son es un plan de pensiones, para ahorrar y almacenar de cara al futuro.
Es absolutamente incomprensible que no se les permita utilizar su superávit, ese que está generado por su buena gestión, ante la peor crisis que se está viviendo desde la Segunda Guerra Mundial. Si no se hace ahora, ¿cuándo se va a hacer? Nos se pueden cambiar los criterios de otros, léase las comunidades autónomas, a costa del rigor de los ayuntamientos que tienen superávit y ven como deben dejarlo guardado incomprensiblemente.
El municipalismo es fundamental en el conjunto del país, pero mucho más en la España periférica por su gran peso político y administrativo. A ellos, a los ayuntamientos y a sus alcaldes es a donde primero miran los ciudadanos a la hora de exigir y de reclamar para ser atendidos. Y lo que no puede ser es que se les deje al margen y sólo sirvan y se acuerden de ellos para cada cuatro años ser cosechadores de votos que dan gobiernos. Lo que Puente demuestra con su actitud reivindicativa y exigente es determinación, valentía y coherencia en el liderazgo.