La cebada al rabo
LA CRISIS del coronavirus se combate en dos frentes: el sanitario y el económico. A medida que van pasando los días nos hemos habituado a la respuesta médica que se está dando a la avalancha de contagios, a las precauciones para no engrosar la lista de los casos positivos, a la presión que supone para las UCI el aumento de pacientes que empeoran. Uno no se habitúa nunca a los fallecimientos y como muchos de nuestros paisanos en Castilla y León hemos tenido la desgracia de sufrir víctimas de este virus en nuestras familias. Uno no deja de ponerse en el lugar de los ancianos que están internados en las residencias de la Comunidad, temiendo a sus muchos años que les sobrevuele el contagio como un ángel de la muerte y de sus familias, faltas de noticias y preocupadas en extremo. Pero la crisis del coronavirus avanza y va arrasando otros campos a medida que se extreman las medidas de precaución por parte de las autoridades que, ahora sí, se han decidido a que nos quedemos en casa. Ha llegado, con ese cambio de actitud, el momento de hibernar la economía. De poner en pausa un país entero, confiando en que arranque de nuevo dentro de un mes.
Entretanto, las diferentes administraciones se han lanzado a idear ayudas para empresas y autónomos, trabajadores y familias y, como era de esperar, las han parido con la mayor dificultad burocrática posible y, en muchos, casos de efectos diferidos. Los autónomos, por ejemplo, tendrán que justificar qué están en pérdidas y esto mientras está en vigor el estado de alarma. Un sin sentido total. Medidas que podrían ir en la dirección correcta de echarán a perder si tardan el aplicarse más allá del horizonte más inmediato, como la reducción del IBI que plantean algunos ayuntamientos. Hacen falta ayudas prácticas, «imaginativas e innovadoras», como las calificó la ministra portavoz, que pueden salvar una empresa o a un autónomo no valen para nada si cuando quiera cobrarlas ha tenido que cerrar. Muerto el burro la cebada al rabo. Peor aún para los trabajadores o las familias, que nos perdemos en la maraña burocrática que siempre nos tienden los gobiernos, que multiplican los requisitos para unas ayudas que deberían llegar cuando hacen falta. Sin contar con que será extremadamente complejo que se puedan solicitar mientras dure el confinamiento obligatorio, vista la querencia de nuestra administración a hacerlos recorrer ventanilla tras ventanilla para este tipo de solicitudes. Este escudo social que nos han vendido viene con letra pequeña.