Mundo al revés
TIENE TELA
CUANDO EN POLÍTICA todo anda al revés, las brujas de Macbeth cantan a coro: «Lo hermoso es feo, y lo feo es hermoso. ¡Revoloteemos entre la niebla y el aire impuro!». Pues eso, que ayer mi vecina Carmina me atacó en el rellano: Antonio, me han dicho en la pescadería que estás en la lista. ¿En la de los inocentes de Herodes? Pareces tonto y lo eres. Lo sabe todo quisqui: en la de los que van a meter en la cárcel por la libertad de expresión que va a sacar el Gobierno. Te has pasado tres pueblos en varias columnas, guapín.
Como si trabajara en el Sexta, respondí: Mira, yo estoy a muerte, solo y borracho, con este Gobierno progresista. Soy incluso militante consorte. Quise afiliarme un día, pero me rechazaron por mala salud. Ya –me repuso–, pero tú hablas mal de ellos, que yo lo he leído. Sí, pero sin querer, Carmina. Eso es obra de las malas influencias, y de mi psicólogo que me come el coco. Lo justo sería que le pusieran a él en la lista de sospechosos y me borraran a mí que soy un monaguillo de barrio.
Mi psicólogo, hija, cree con Jung en el inconsciente colectivo sin darse cuenta de que ese inconsciente tiene en España muy mala leche. Pero yo te juro, Carminica, que tomo en el desayuno leche sin lactosa. Injusto, por tanto, que me señalen como malo, anti progre, anti sanchista, y de la derechona. Esto ahora no tiene porvenir en España. Sin hacerme caso, recalcó: avisado estás y allá tú. Y como un torbellino se fue escaleras abajo, murmurando no sé qué.
Quiero que quede constancia en esta columna que estoy arrepentido de lo que dije hace unos días sobre Celaá, María Jesús Montero, y sobre la consorte de Iglesias, tras su comparecencia en el Consejo de Ministros. A mí no me parecen para nada, como oí en el bar de abajo, que parecían unas brujas. ¡Por Dios! En tal caso serían unas brujas shakesperianas diciéndole a Macbeth: «¡Mensajeras de la tierra y el mar, giremos, giremos! Tres vueltas por ti, y tres por mí, y otras tres para que sean nueve».
Las tres me parecen ángeles inteligentes, bondadosas, ecuánimes, justas con los hombres, perfectas mujeres, y dechado en humanidad. Parecen las tres hermanas mártires del Divino Suplicio lanzadas al foso de los lobos de la derecha que sólo piensa en fascismo. Ahí están ellas como azucenas inflamadas o lirios virginales del valle, del valle catalán eso sí, pero imprimiendo carácter ante la apostasía general hispana.
También conste que a mí Pedro Sánchez, Perico en familia, me parece muy buena gente, y bien dotado en general sin entrar en detalles. Quienes se meten con él parecen fariseos retando a Jesús. Se ve en la tele su cara de ángel o de serafín que no ha roto un plato. Acaso alguna tacita por accidente cuando otros del PSOE lo trataron tan mal. Él ha demostrado dónde está el buen camino que lleva a Moncloa, dónde el malo que da a la calle, y dónde la humildad ante el grito salvaje de la tercera bruja de Shakespeare: «¡Salve, Macbeth, que en el futuro serás rey!».
Y bueno, ¡qué bien está resolviendo la crisis del coronavirus! Hasta Casado lo reconoce. ¿Recuerdan la crisis del ébola hace tres años? Entonces, con toda la razón del mundo, la izquierda se tiró a la calle porque la derecha de Rajoy, acostumbrada a matar toros, sacrificó sin piedad a Excálibur, el perro de Teresa Romero. En cambio Sánchez, con el Covid-19, no ha matado ni un gato porque tiene humanidad animalista. ¡Miau!
Podría dar miles de razones justificando mi pequeño cambio coyuntural de hoy. Pero si se piensa bien, es puro sanchismo. Pedro cambia de parecer tres veces al día. No miente en absoluto. Sigue el relato. ¿Y qué es el relato? Pues el intermedio entre la verdad y la mentira que dice la tercera bruja en Macbeth: «Serás tronco de reyes, pero no serás rey». ¡Vaya por Dios! Así que vacante el trono celestial, el relato es lo que diga Sánchez. Quien no lo entienda vaya carca, machista o algo mucho peor.
Sólo hay una cosa peor en esta vida que ser machista, y encima rima: que te pongan en la lista. Por eso yo no quiero ni aparecer en esa lista. Las cosas como son. Estoy dispuesto a ser coherente, honesto, honrado, y tan justo como el que más. Por eso voy a hacerme un análisis de sangre y, si creen que ya estoy mejor de salud, pues que me den el carnet. Y si no me lo dan en el PSOE, estoy dispuesto a llamar a la puerta de Podemos con mis credenciales sobre Ábalos y Delcy, y que sea lo que Dios quiera. Todo menos estar en la puta lista esa de mi vecina Carmina.Mi última esperanza es la liberal Carmen Calvo. Ya lo hice una vez en La Habana, cuando en febrero de 2001 inauguró la casa de Dulce María Loynaz. Pero tiró del fondo de lady Macbeth, y me mandó al carajo. Ahora que en el fondo-fondo parece Teresa de Calcuta, quizás me invite a danzar con la primera bruja de Macbeth –«Venid, hermanas, alegrémonos y mostrémosle a Macbeth el mejor de nuestros divertimentos»–, y me dé el espaldarazo definitivo con el Evangelio de San Juan: por fin «entra en el seno del Padre». Y con este bizcocho, si el relato de este mundo al revés lo aguanta, hasta la próxima a las ocho.