Diario de Castilla y León

Antonio Piedra

‘Expats’ o migrantes

PIEDRA DE TOQUE

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ANDA la prensa revuelta. Pablo Iglesias quiere meter en la cárcel a los  periodistas que no controla y que no maduran a la venezolana. No me doy por aludido, pues yo escribo según el día. Me recomiendan que debería tenerlo en cuenta por si acabo en Villanubla.

Para un totalitario de casta como Iglesias, un columnista –hoy pico aquí y mañana allí– no supone ningún problema. Se los merienda en un santiamén al estilo Goebbels: por simples razones de éxito propagandístico. Así que,  queridos amigos, no pidamos a estas horas del coronavirus peras al olmo. Yo aprendí desde jovencito en un poema de Jorge Guillén, titulado la Potencia de Pérez, que un tirano duerme y se despierta cada día entronizado en su propia tiranía, y que  busca en todos sus actos lo mismito también en cada día: una «¡Patria unánime!». O sea, la suya, y no por las buenas, sino como decía el poeta vallisoletano que no se  chupaba el dedo con las musas: por «acosos homicidas».

Y es lo que hay, señores míos. Decir que a Iglesias no le gusta la libertad de prensa, no es ningún descubrimiento telúrico. En la superficie lo ha soltado, como atributo y talante, por cantidad de lugares y estilos en Venezuela, Cuba, Bolivia o Ecuador.  Que lo haga ahora en España cuando manda tanto, tiene una virtud fundante: que podría ser legal a todos los efectos en menos que canta un gallo. Por mucho que diga la Asociación de Periodistas y Analistas de España que «rechazamos estas actitudes contrarias a la libertad de prensa», se lo pasa por el zumbel. Paparruchas. El tirano, como decía Guillén, va directo a su tiranía: «La Verdad se desposa con el Régimen, / está infusa en el Jefe,/ desciende a las cabezas elegidas, / es lujo de uniformes,/ dirige los fusiles: / donde ponen la bala está el error. / Apunten fuego./ ¡Fuego!». O sea, tiranía infecta, liberticidas brutales.

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